Los 7 cielos de la espiritualidad

lunes, diciembre 30, 2024

LA MIRADA DE LA PULGA

 

      

                                           A modo de prólogo

   

El autor de estos textos...¿quién es?

Soy yo, Eusefrindo, un excéntrico, un anciano que junta palabras; un músico extravagante amante de los gatos y de los placeres de la buena mesa.

¿Soy un artista?

¿O sólo el que soñó serlo?

Textos que son fragmentos de una historia; impresiones para llenar una vida con sonidos,  palabras, imágenes, un continuo divagar…

Soy músico y al compás de la música danzan mis duendes interiores bajo la lluvia, en  un día soleado en alas del viento según  me vengan  ganas.

¿Cómo imagino recordar  mi vida?

En una habitación con un gran ventanal que permita apreciar el jardín, sentado en mi sillón preferido forrado en terciopelo rojo evocando alguna fecha especial como el día de mi primera comunión o  cuando concurrí por primera vez a la escuelita en mi  recordado y querido  pueblo de San Luis allá por los años 1940. Dicen que soy buena persona; si es así lo aprendí de las montañas, los ríos, del puma y la paloma y de los gauchos que guitarreaban al calor de las fogatas pero también de las ancianas amigas de mi madre que mentían cualidades personales cuando se reunían en las tardes del té de los domingos en la casona de la calle Belgrano.

Una flor marchita en el florero; las velas a medio consumir en el candelabro de siete brazos; un poco de ceniza  sobre el escritorio del último  cigarrillo de la noche…inocente poesía, levedad en el corazón.

Me gustan los rincones suavizados por las sombras pero limpios; poetizarlo todo no es mi intención; algunos de mis amigos me llaman “ viejo  extravagante” dicho con cariño; yo me río y les digo que sólo trato de crear mundos de ensueños sentado en la comodidad de este sillón que en mis locuras llamo Mamerto.

Importa saber; importa tener un objetivo en la vida, importa poder reconocer cuando nos equivocamos; importa salvar el silencio en una reunión de amigos con una palabra que resuene como única; importa poder decir “ tengo miedo” porque eso no significa el final del mundo.

En estos textos no se desarrolla una historia, simplemente aprecio perderme en divagaciones que me permitan superar el tedio de la pandemia y nada más.

Los personajes que me acompañarán: una rata, una pulga, un atleta de nombre singular, la anciana amiga de los pumas, Mamerto, mi sillón preferido y varios engendros más, yo, uno de ellos…

Soy un hombre viejo y anhelo estar con un amigo, sentir su cálido abrazo, seguro y firme que me infunda fuerzas mientras escucho su voz que me habla con varonil acento.

Soportar las limitaciones que la edad impone a la vida lo que fascina e inquieta al mismo tiempo.

Palabras para celebrar, palabras para disfrutar de sus sonidos simplemente; palabras para venerar la vejez, la vida, los recuerdos; palabras para agradecer…

Ganas de llorar…¿ por qué no?...mejor tirarme una rabieta; siento un gusto ácido en la boca, tal vez porque arrastro el aburrimiento de este día o porque comí cebollas…quiero imaginar arañas regordetas que, como amigas, me acompañen; los peones de una estancia ordeñan vacas, cepillan ovejas, bañan caballos y cortan el pasto…¿a qué viene esto?

¡Plaff!, intento caminar hasta el cuarto de baño y me llevo por delante un balde con agua, digo una palabrota en voz baja para no molestar a mi compañero cabeza de araña que duerme roncando suavemente.

Y me despierto…era sólo un  sueño.

 

 

 

 

                                                      La mirada de la Pulga 

                                                                     1

 Pulga divagaba algo aburrida pensando si sería capaz  de crear vínculos  con otras pulgas, tener amigos con quienes compartir el día a día haciendo planes, divirtiéndose, pero...¿ en realidad eso le interesaba o estaba destinada a permanecer siempre sola?

Bueno...claro...estaba  Unmuchacho pero...

Mirándose en el espejo de la cómoda molesta por el calor del mediodía giró hacia un lado para verse mejor y pensó:

-Nada mal...estoy delgada, soy joven, me mantengo ágil y además...

-¿Otra vez mirándote en el espejo, mujer...?-exclamó Unmuchacho al entrar a la habitación- no te preocupes, te ves bien- dijo esto con algo de picardía mientras se ceñía la remera que destacaba la musculatura de su pecho trabajado por el ejercicio.

-Hola-contestó Pulga con voz apagada esquivando la mirada,-te he dicho mil veces que no me llames mujer...y sí... no necesito pasarme  horas en un gimnasio como algunos, para verme bien.

-¿Qué te pasa- preguntó Unmuchacho con una sonrisa...- estás enojada por algo?- yo sólo pretendía...

Pero Pulga no le dio tiempo a terminar y saltando  rápidamente sobre el hombro del joven le estampó un besito en la boca.

-Humm...el regalito de siempre-, Unmuchacho se sacudió el pantalón, alisó sus cabellos con ambas manos  y preguntó:

-Oye...¿tienes algún plan para esta tarde, has pensado en algo o te quedarás encerrada todo el día con este tiempo hermoso?

-No sé-dijo Pulga-mientras seguía mirándose en el espejo meneando su cuerpito, pero... bueno...si... me gustaría ir al embalse del río para ver desde el puente  el bosque y la cascada…hace tiempo que no visitamos ese lugar tan pintoresco y se me ocurre que hoy sería una linda mañana para hacerlo.

 

-Está bien...no lo pensemos más y partamos ahora mismo-dijo con entusiasmo el joven agachándose para sujetar los cordones de sus zapatillas-¿quieres que prepare una canasta con provisiones por si se nos despierta el apetito?

-¿Te parece?-preguntó Pulga girando como bailarina cansada-, en todo caso podríamos comer algo en la confitería del embalse así no nos cargamos con bultos...

- Bueno...vamos...no perdamos más tiempo-diciendo esto Unmuchacho abrió la puerta que daba al camino principal, la mañana lucía espléndida y llenos de entusiasmo emprendieron la marcha hacia el río con ánimo alegre y despreocupado.

Como siempre, Pulga se había acomodado sobre el hombro del joven para estar más cómoda observando el paisaje mientras le susurraba al oído sus impresiones sobre el viaje.

Unmuchacho caminaba con paso firme y una alegre expresión en los ojos.

-¿Sabes?...- dijo Pulga- hoy me he sentido un poco deprimida y no sé por qué-¿culpa del calor, tal vez?-, se rascó suavemente con una de sus patitas.

-No sé, pero  no veo el motivo; tienes la casita que te hice con esa caja de fósforo para que fuera confortable y no tuvieras que dormir en el piso; no te falta alimento, tu salud es buena y juntos nos divertimos bastante...¿no?-respondió Unmuchacho dando pequeños saltos con sus fornidas piernas.

Pulga sin demostrar demasiado entusiasmo comentó:

-Recuerdo  la última vez que visité el río… tú estabas sentado en una hamaca leyendo muy concentrado  y fue en ese día que nos conocimos y enseguida congeniamos, ¿te acuerdas?

Llegaron al final del camino; en esta época del año  el río aumentaba su caudal que descendía de las montañas y pudieron observar una nube de mariposas volando sobre las aguas; más lejos divisaron el puente que había sido restaurado recientemente y Pulga aprovechó para descender por la pierna de Unmuchacho hasta alcanzar el pedregullo del suelo.

Llegaron al puente y Pulga un poco excitada exclamó:

-Crucemos ahora que no viene nadie así llegaremos más rápido hasta el mirador.

Unmuchacho sonrió, sabía perfectamente lo que significaba " llegaremos más rápido" cuando Pulga decidía caminar a su modo y manera; seguramente tardarían el doble de tiempo en recorrer el trayecto  pero...¿ qué  importaba?, no tenían apuro, libres para hacer lo que quisieran gozando del paisaje que infundía en el corazón un sentimiento de profunda compenetración con la naturaleza.

El atleta y la Pulga...¡ qué dúo tan singular!

Sin embargo los paseantes sólo ven a un apuesto musculoso caminando solo en la soleada tarde.

Tal como pensó Unmuchacho tardaron tres veces más de lo acostumbrado para llegar hasta el mirador del puente y observar la cascada que reflejaba el azul del cielo; la fronda refrescaba la tarde haciendo placentero el descanso de los visitantes; aquí y allá la naturaleza estallaba en mil colores con la floración de margaritas, azaleas, rosas, jazmines y tulipanes.

Y fue en esa tarde apacible que convocó a Unmuchacho y a Pulga para compartir un momento de silencio e íntimo regocijo cuando ambos en lo profundo de sus corazones se sintieron en armonía. 

Después de contemplar en silencio  por un largo rato la cascada y las arboledas Unmuchacho y  Pulga emprendieron el regreso como siempre ella sobre el hombro de él.

 

                                          "La mirada de la Pulga"

                                                             2

Pulga...no, mi verdadero nombre es "Pulex irritans"...pero...¿ quién puede recordarlo?

Cuando se lo comenté a Unmuchacho me dijo:

-Oye, bonita... no te lo tomes tan en serio, simplemente di que te llamas Pulga y listo...Pulga es fácil de recordar, además... no sólo a vos te pasan cosas con el nombre.

-¿Por qué-preguntó Pulga, mientras buscaba algo en su casita-¿también pronuncian mal tu nombre?

-Más o menos... algunos han dejado de llamarme Unmuchacho y sólo me dicen Unmu...Unmu...¿te das cuenta?-…-Unmu vení…Unmu ¿cómo estás?...¿salimos Unmu?...y dale que dale con el Unmu...¡no lo aguanto!

El musculoso se miró en el espejo, bíceps bien desarrollados y los pectorales que la remera marcaba; las horas de entrenamiento en el gimnasio estaban dando resultado y su profesor le había felicitado por la constancia y disciplina demostrada.

Él y Pulga y se miraron por un instante y ambos soltaron una carcajada; el mundo no les inquietaba; estaban juntos y eso era lo único importante y no como los llamaran.

-Sin embargo-agregó Pulga- estoy orgullosa de mi estirpe; vivimos en este planeta desde antes de que aparecieran ustedes los humanos...¿te imaginas? y para darme importancia y para que me conozcas un poco mejor te diré que soy un insecto sifonáptero,  de la familia Publicidae y formo parte de una sociedad de dos mil especies distintas-concluyó orgullosa Pulga meneando su cuerpito.

_¡Jajajajajaja...- rió con ganas Unmuchacho mientras se frotaba las manos-¿con títulos de nobleza ahora...?

-Ya se lo que vas a decir, que con este cuerpito de tres milímetros apenas si se me puede ver pero tengo poderosas patas traseras que me permiten dar grandes saltos...¿sabías que puedo saltar 38  veces mi tamaño?, además, mi lustroso cuerpo es duro y chato y así puedo abrirme paso fácilmente entre pelos, cabellos y otras linduras-concluyó Pulga.

Unmuchacho sonrió sin decir nada mientras  hacía algunas flexiones de cintura.

-Dicen que somos parásitos-prosiguió Pulga- pero...¿qué es un parásito?, además, me han dicho que entre ustedes, los humanos, también hay unos parásitos llamados polit…

-¡Mejor dejémoslo así!- interrumpió Unmu con un gesto de desagrado en el rostro; finalmente no vamos a sacar nada en claro de esto y..

-Está bien,… está bien… sólo era un comentario- y pasando a otra cosa-dijo Pulga y se subió a la pierna de Unmuchacho que se había sentado en un mullido sillón- lo que si me gusta mucho es bailar...

_¿Qué?- se sorprendió- ...¿bailar? ¿ tú?...¿cómo?...no lo entiendo - y diciendo esto se agachó para ver mejor a su amiga que en ese momento daba saltitos y volteretas como una acróbata.

-¡Bravo!..¡.bravo!...aplaudió con entusiasmo el joven riéndose con ganas.

-¿Sabes qué?...- el baile es muy bueno para la salud del cuerpo y de la mente-concluyó Pulga y dejó de moverse.

-¿Vas a decirme  que también tocas el piano y cantas...? preguntó él con tono burlón.

Pulga lo miró con algo de picardía y  prosiguió:

-Escucha…, me siento llena de energía y con ganas de hacer algo fuera de lo común…pero, en realidad quiero agradecerte por ser tan bondadoso conmigo; por ser guía en mi vida, ´por escucharme y aconsejarme haciéndome sentir que nuestra amistad es mucho más que una simple aceptación de las diferencias- la voz le tembló un poco y giró la cabeza para ocultar su emoción al muchacho; caminó un corto trecho sobre su brazo  y se echó tan pequeña como era sobre su camisa.

 Se sentía muy allegada a ese joven que desde un principio la aceptó con la mayor naturalidad; él, un atleta, ella, un ser de tres milímetros y un inexplicable entendimiento entre ambos  avanzando en la vida aportando cada uno lo suyo como verdaderos amigos más allá de lo que sorprenda, se diga o piense.

Y así viven cada día con renovadas muestras de cariño y comprensión.

 

                                          La mirada de la Pulga

                                                                    3

   Pulga se despertó temprano; el paseo hasta el mirador del puente del día anterior para disfrutar el atardecer, la había llenado de energía y con ganas de volver.

Aunque  compartían dormitorio con Unmuchacho  ella tenía su propia camita en la caja de fósforo que era su refugio y que él le había preparado para su comodidad.

Unmuchacho se despertó casi enseguida y como era su costumbre se desperezó largamente estirado los brazos y saludando con un:

-Fuen día...naonita-( idioma de dormido)

-Buen día-respondió Pulga en voz baja saltando sobre la mesa para observar por la ventana  el nuevo día que se presentaba soleado.

Unmuchacho se levantó para dirigirse al cuarto de baño arrastrando las chinelas con paso lento.

La primera vez que Pulga  lo había visto desnudo le llamó poderosamente la atención la deformidad que tenía entre sus piernas.

¿Qué era ese pedazo de carne que sobraba y se parecía a las salchichas que de vez en cuando él solía comer en el almuerzo?

¿Y esos dos sacos  que colgaban junto a la "salchicha"...?

Pulga, confundida, pensó que le gustaría  preguntarle sobre eso a Unmuchacho pero después  se dijo que si en verdad era una deformidad, tal vez él se sentiría mal al tener que hablar sobre el tema; así que se lo pensó mejor y lo dejó pasar.

Ambos desayunaron, él, café con leche con tostadas y mermelada y Pulga se "sirvió" lo suyo en el perro de la casa que Pulga odiaba un poco por ser merecedor de atenciones y juegos con Unmuchacho que no compartían con ella.

Luego, y como siempre, a las apuradas, el joven se vistió, dio un último repaso al portafolio donde llevaba lo necesario para la facultad, se miró en el espejo alisándose el cabello y con un alegre:

-Hasta luego, amiguita- partió rápidamente.

El día se presentaba despejado, con tiempo agradable y para Pulga la oportunidad de poder visitar a su amiga Pólex, que vivía casa de por medio, en el gato del plomero Juancho, viejo manipulador y pretencioso y de mal carácter que todo criticaba viviendo su rutina diaria de trabajo, comer y jugar un poco con el felino y siempre alguna copita de licor que no venía mal.

Pulga se dirigió con paso vivo a la casa de Juancho y allí encontró al gato  tomando sol; hermoso gato siamés de ojos azules y pelaje gris con algunas hebras blancas que realzaban su armonioso cuerpo.

Pólex y Pulga se hicieron  amigas desde que se encontraron por primera vez en casa de Juancho bebiendo algunas gotas de agua que habían quedado entre las baldosas del patio.

Pasado cierto tiempo y ya habiendo entrado en confianza comenzaron las confidencias y así Pulga se  enteró que ella era homosexual que en el lenguaje pulga se dice “rianchi”. Pólex me contó de sus aventuras con otras rianchi y sus frustraciones al no encontrar una compañera para formar pareja con quien proyectar un futuro; pero Pólex no se desanimaba y seguía intentándolo pese a todo.

¡Cómo nos parecemos los humanos y las pulgas en cuestiones del amor!...¿no?

¿Qué dije...?...¿amor...? ¡ Oh noooooooooo!

 

                                                           Eusefrindo  joven

 

                                                                Hoy quiero que me cuenten una historia con final feliz, quiero perder la mirada entre el cielo y el polvo de la tierra; quiero que alguien escriba un bello poema; escuchar música del romanticismo alemán. Quiero conversar con el amigo que me acompaña degustando algún dulce y, tal vez, una copita de jerez.

.Quiero ser pájaro en la mañana, quiero la lujuria verde de la selva.

Quiero el oleaje del mar en el verano y el silencio que impone la montaña.

Quiero la libertad del vivir sin importar cómo; soy quien decide mi destino.

Quiero una bolsa de plástico para cubrirme en invierno y el amigo cuyo nombre   me convoque; él será fuerte, decidido, gentil y constante.

Vienen a mi memoria tiempos pasados, siempre solo, desganado, pasando horas en silencio con un íntimo temblor de todo el cuerpo.

Caminando en la serena tarde trato de no pensar en nada; necesito una caricia...tal vez, una palabra.

¿Continuará así mi vida para siempre?

Pero no…no me dejo vencer y curiosamente viene a mi memoria el recuerdo de un episodio vivido durante unas vacaciones en San Luis, en la zona del Suyuque, veraneando en la quinta de una familia amiga que tenía  como cuidadora una casera llamada Otilia Vega.  Hasta ahí todo bien, pero esta anciana, mujer iletrada, tenía un amigo singular…  un terrible puma que ella alimentaba pensando que era un gato gordo. El primer día de las vacaciones, estando mis padres, mi hermana y yo, disfrutando de la apacible tarde en el patio de la quinta, mateando-como se decía entonces- con unas ricas galletas amasadas  por la propia Otilia, vemos bajar de la montaña el puma que a paso lento  se dirige directo a la casa, en tanto Otilia sonríe apenas mientras prepara un bebedero mirando al animal sin mostrar el menor temor. De un salto nos levantamos todos aterrorizados y nos encerramos en la casona mientras mis padres le gritaban a Otilia desesperados para que se escondiera porque el  animal la podía atacar.

Pero la mujer de cabellos canosos y dientes perfectos pese a su edad ( los lugareños  que la conocían suponían una edad de noventa años o más) sólo respondió:

-Cállense, puebleros, qué saben ustedes…el gatito  bajó de la montaña cuando era chiquito y yo lo cuidé y lo alimenté y por eso engordó y se hizo grande, pero siempre jugamos un poco y nunca pasó nada malo- y diciendo esto le pegaba al puma en la cabeza suaves golpecitos  y este respondía con lengüetazos de satisfacción en la mano de la anciana.

Este juego duró el tiempo que el puma empleó en beberse todo el contenido del recipiente que resultó ser leche de cabra.

Luego el puma se volvió lentamente hacia Otilia y después de empujar suavemente con su cabeza  las piernas de la anciana juguetearon un rato más hasta que  el animal se volvió a la montaña dándose vuelta cada tanto como despidiéndose de la casera que lo saludaba con la mano en alto.

Esto ocurrió en una tarde de verano cuando yo tendría unos 16 años en el pueblo del Suyuque de mi querido San Luis.

Inolvidable.

             

                                              En soledad

 

Confrontación…

Paciencia…

Trabajos pesados…

La lluvia cae con violencia…

El mar se agita en furiosos embates…

 Tinieblas…

 Sombras.

Enigmas.

Hurgar en el subconsciente obsesionado con la vejez y sus torpezas, encerrado en la jaula de los prejuicios.

El juego engañoso de lo expuesto a plena luz; apreciar en ocasiones la pátina de los objetos viejos cubiertos de polvo.

La protección de los biombos para que el mediodía inclemente no destruya el encanto de lo sugerido.

Melancolía.

Difuminar los colores estridentes; suavizar los ángulos, contener los gestos ampulosos.

Mejor el discreto encanto de un abanico manejado con maestría.

Disfrutar con lo oscuro, con las tinieblas, las manchas en la hoja de papel y la incierta luz de las velas.

Soy un anciano, como ya dije, me agradan los rincones acogedores, las habitaciones pequeñas con escaso mobiliario, sólo lo necesario.

Amo el silencio; en la iglesia no soporto la música ni las homilías expresadas con estridente voz.

Algunos templos tienen un escandaloso derroche de luz eléctrica y grandes luminarias colgando de los techos.

¿Cómo puede el asistente al oficio concentrarse en la intimidad de su corazón si, precisamente, falta la intimidad que prestan la poca luz y el silencio?

En esta tarde apacible mientras bebo una taza de café sentado en mi sillón preferido, observo los estantes de mi biblioteca  cargados con libros de los más diversos autores: Rodomero Claromance; Roberto Paranace; Juan de la Cruz Ortega,( el millonario que escribía poesía Haiku); Eduardo de la Cruz ( el monje que se suicidó cuando fue descubierta su relación con una menor); María del Carmen Llóbrega ( la famosa diseñadora de moda que escribió el exitoso libro: " Un escote que muestra tetas");  Félix David Rosencrazen que es actualmente un hombre de consulta para todo lo referido  al sabio judío Moisés ben Maimón, más conocido por Maimónides, médico, filósofo,

rabino, teólogo, astrónomo, que escribió la "Guía de los Perplejos".

Félix D. Rosencrazen es el autor de un librito que pude conseguir con mucho esfuerzo titulado: "¿Tenés  fuego...-No fumo-... pero yo sí-" publicado en 1962 donde narra el inicio de su amistad con el músico Eduardo Kapresse, amistad que lleva más de sesenta años, entendimiento de voluntades, respeto y tolerancia.

Sigo observando los libros y se destaca por su lujosa presentación con la cubierta blanca y letras doradas “El Arlequín y la bailarina” de Mauricio Di Salvio, donde el autor desarrolla el romance entre un robot y una joven bailarina de ballet ganadores como pareja del Premio “ Dore Hoyer” de 1976 en Estados Unidos.

La increíble plasticidad del robot engañó a los integrantes del jurado que quisieron anular   la participación de la pareja al comprobarse el engaño, pero la reacción del público que amenazó furiosos a los jueces lo impidió.

Un libro que me recomendaron, y resultó difícil de encontrar fue “ Hermanos en el juego y en la cama” de André Polichelli que mereció el Premio “Las Palmas” en 1987 y trata sobre la amistad entre dos jóvenes rugbiers y las vicisitudes vividas por la pareja para ocultar la relación amorosa que los unía.

La historia se desarrolla hasta llegar al final donde los dos jóvenes son asesinados por sicarios a la salida de un boliche para gente gay…¿por qué?, nunca se supo; el crimen  quedó impune gracias a la complicidad de clubes, el infaltable amiguismo, el dinero y algún político.

Sigo recorriendo con la mirada  y allí está "La Esfinge y el desierto" del egiptólogo Juan Echinofietto que murió aplastado por una roca mientras realizaba excavaciones en una antigua tumba en Gizeh...en fin...

Ah… y como dejar pasar “Las condiciones de la felicidad” de mi amigo Matsuo Kamura, el escritor japonés que conocí cuando  vivía en Tigre en 1990; el libro fue escrito en 1985 y dedicado a Humberto Palacio, llamado por el autor: el “hermano mágico”. A propósito de este libro, inspirado en la cultura del Japón de los períodos Muromachi y Momoyama me gustaría citar algunos párrafos.

Cito a Kamura:                                    

                                                           1

“Yoshida Tanka llegó de visita a la casa del maestro Ittei. Como era de rigor, el maestro le ofreció té y algunas golosinas.

Yoshida aceptó de inmediato  y se bebió  el té y degustó los dulces.

¡Qué actitud tan desconsiderada la de este invitado sin honor que no respetó las formas de la cortesía y la etiqueta!”

                                                             2

“Un kimono de colores llamativos y dibujos exagerados debe ser desechado.

El kimono no debe interferir con el espíritu de su dueño.”

                                                             3

“Debe comerse utilizando sólo palillos.

Como en la Ceremonia del Té, un largo y cuidadoso entrenamiento es necesario.

Esto revela esfuerzo y valor y también un estilo donde la habilidad en una conducta está regida por las más finas maneras.”

                                                              4

Un abanico es como un ave.

Si su vuelo es gracioso despierta admiración y entusiasmo.

Si una Dama de la Corte o un Señor  de la espada manejan el abanico con maestría, se verá brotar de sus manos el vuelo de mariposas  multicolores y nacer cientos de bellos diseños.

De tal modo que un simple abanico puede transformarse en Maestro de “la belleza de la simplicidad”.

 

Me molesta un poco la cintura; cené muy liviano, una ensalada de tomate, lechuga rociada con psyllium y un postre de gelatina y frutas.

Al incorporarme siento las piernas pesadas como si hubiera realizado algún esfuerzo

mientras hacía  los ejercicios en mi pequeño gimnasio donde intento mantener el cuerpo un poco más flexible; pero no…hoy no hice rutina para  piernas sino sólo para brazos y tórax.

Bueno…me fui del tema.

Como digo, la biblioteca es uno de mis tesoros…bueno…llamarla así…

Sigo dejándome llevar por los caminos de los recuerdos y me llamo a mí mismo: loco…sí

loco…¿ por qué?...porque creo pertenecer al grupo de los que  se resisten a las mentiras de la sociedad actual, y porque, pese a mi edad, trato de  creer en el amor, la belleza, la libertad, desde el espacio sagrado del corazón, en una sociedad que agoniza.

Creo que no hay que bajar los brazos porque el cambio ya está entre nosotros luchando  contra el caos, la desesperanza, las sombras, los tiempos del apocalipsis.

Pero es necesaria la ayuda de todos sin esperar que sea el otro el que actúe; debemos poner pasión en lo bueno; algo permanecerá, un gesto, una palabra, una mirada…un consejo.

En fin…se necesita inspiración para crear, para lograr momentos de encantamiento mirando al mundo con la mirada de la primera mañana.

Eusefrindo se reacomoda en el mullido sillón, pasa sus manos por su blanca cabellera, todavía abundante, estira un poco el chaleco que ciñe su abultado vientre y se incorpora con la intención de dirigirse al dormitorio.

 

Los libros fueron  mis compañeros durante toda mi vida; ahora leer me cansa la poca vista que tengo y prefiero disfrutar de la música de Beethoven, Mozart, Chopin, Ravel.

 

Pronto anochecerá, en el dormitorio encenderé el candelabro de siete velas y tumbado en mi lecho con los ojos cerrados me imaginaré viajando por un universo silencioso y gris acompañado por un ángel que será mi amigo, mi único amigo en ese momento y entonces, tal vez, pueda descansar en paz.

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                                   Almohadas asesinas

 Hombres que hablan con sus almohadas sobre dioses, héroes, bomberos, policías y asesinos seriales;

confidencias, secretos a medias pues todos se conocen.

El paso del tiempo marca límites y los hombres que hablan con sus almohadas se sienten  apresados en las garras de recuerdos  y revoltijos de sábanas.

Tres hombres, doce hombres, veinte, da lo mismo, todos ellos sordos a todo entendimiento con una profunda desolación que pesa sobre sus  almas con insoportable aburrimiento.

Intentan levantarse con esfuerzo pero descubren que, de pronto, grandes tortugas rodean los lechos mirando con sus oscuras pupilas.

Algunas de las tortugas están abrigadas con mantillas bordadas y otras llevan  puntillas y collares.

Los hombres no se sienten intimidados por estas criaturas húmedas y silenciosas y acercándose las acarician con gestos amigables.

De pronto, las almohadas reaccionan  como movidas por una fuerza desconocida arrojándose sobre los hombres  aplastando sus rostros.

Inútiles forcejeos, movimientos convulsivos de los hombres para liberarse de las almohadas que ahora, enloquecidas, empujan con toda sus fuerzas para impedirles  respirar  mientras ríen histéricamente.

El reloj de péndulo del dormitorio deja sonar las campanadas de la medianoche; en los lechos yacen ahora desfallecientes los hombres que, hacía poco, hablaban amigablemente con las almohadas.

Una tortuga giró la cabeza y preguntó:

-¿Qué carajo pasó aquí?

En silencio y en ordenada fila, abandonaron la habitación.

 

                                         

                                                   Ratta y yo

La habitación impregnada con olor a  sándalo, en el suelo un platito de porcelana contiene el queso que Unmuchacho  ha puesto para alimento de Ratta.

En la avenida Cabildo, como de costumbre, ensordecen los ruidos de motores de automóviles, micros, motos y alguna ambulancia.

Unmuchacho observa a Ratta mientras come; esta levanta la cabecita y pregunta:

-¿Qué mirás...no podés dejarme comer tranquila?

-Oye, nenita... no te pases de lista… te cuido y te alimento pero nada más-responde Unmuchacho algo molesto.

Ratta piensa:<< en estos momentos lo único que importa es la comida>>

Sin embargo, reconoce que Unmuchacho la cuida bien y la protege de Bandido, el gato, que siempre está al acecho.

Ratta termina de comer el último bocado de queso y ágilmente salta sobre la rodilla de Unmuchacho sentado en el suelo; un impulso lo lleva a querer acariciar al animalito pero se contiene.

Ratta entonces le dice:

-Hace tiempo que te veo como perdido, con cara de bolud..., digo, de estar preocupado por algo...¿qué te pasa?

-Nada-responde Unmuchacho-al menos nada que tenga que ver contigo... déjame descansar...¿si?

-Bueno, bueno-responde Ratta diciendo “no” con la cabeza y moviendo la colita- aquí pasa algo...por lo general no eres nada simpático pero hoy estás…¿no te habrás drogado?

Unmuchacho deja caer el periódico que estaba leyendo y riéndose exclama:

 

-¿Yo... drogado...? ¿eres estúpida, mujer o qué te pasa?

-Primero, no soy mujer y segundo soy tu amiga y te quiero bien.-responde Ratta y diciendo esto trepó rápidamente por el pecho de Unmuchacho y le acarició la barbilla.

 

Unmuchacho soltó un gas.

 Ambos rieron entonces con ganas como buenos amigos.

Así es la vida... en ocasiones un gas puede arreglarlo todo.

 

                                        La mirada de la pulga   4

 

Unmuchacho mira el paseo de  Pulga; por un instante piensa  acompañarla para visitar la playa, subir a la torre de la iglesia o simplemente sentarse en un banco de la plaza para estar al sol.

Pero esto no es más que un deseo para compartir tiempo.

Unmuchacho sentado en el jardín se sacude las migas del pan que está comiendo, Pulga no puede pasar rápidamente y algunas migas caen sobre ella.

<<Como compañero de juego, este tipo no me sirve>>, piensa y  continúa caminando pero él  no está dispuesto a dejarla ir y decide acompañarla en el paseo.

Se dirigen entonces para dar unas vueltas  por las calles de Balvanera sin rumbo fijo; una mujer regordeta cargada con bolsas de supermercado al pasar casi aplasta a Pulga.

 Unmuchacho exclama con voz fuerte:

-Oye, gorda, fíjate donde pisas, casi aplastas a mi amiga.

La mujer se da vuelta y con gesto pícaro le saca la lengua.

Unmuchacho la mira serio y con toda intención con una mano se agarra los testículos.

La mujer ríe con ganas y se marcha moviendo provocativamente el trasero.

En la tarde de Balvanera ha sucedido un breve drama de la vida cotidiana.

 

                                     Eusefrindo recuerda….

 

Un rostro de mujer con una palma en la mano; el manto azul bordado con estrellas doradas que protege el rostro de una abuela; una pared pintada de verde y una columna roja que sostiene una pajarera.

¿Por qué escribo esto? ¿estoy aburrido?¿cansado? ¿o sólo divago?

La realidad: vejez, canas, arrugas en el rostro, carnes fláccidas, el caminar inseguro...como ganancia: no exigirse tanto.

Disfrutar el canto de los pájaros y el aroma de los rosales que rodean la casa; jugar con el gato y saborear un vinito.

Celebrar la vejez con sus luces y sombras que permiten recordar; pasó de todo en esta larga vida de 89 años.

¿Me animo a levantar una pierna para apoyarla en la mesa del comedor?

Imposible hazaña para quien supo danzar en su adolescencia con cuerpo de bailarín…y tengo fotografías que lo testimonian.

Abrazar al amigo querido...¿cómo sería posible con estos brazos que el reuma ha limitado a movimientos mínimos?

¿Sentarme en una silla que no tenga un mullido almohadón?...¡no!, apenas tengo nalgas...sí...es así.

¿Soy un robot mal ensamblado?

No sé…

Intentar cantar un tango de la Guardia Vieja con esta voz cascada...¡ insoportable!

Viejo... vejete...anciano...abuelo... así me llaman a veces, incluso cariñosamente- el muchacho de la ferretería me llama" buen hombre"-.

"¡Qué dulce oficio el vivir!"

¿Quién lo dice?

De "dulce" nada; la sangre circula perezosa por las venas que alimentan este cuerpo que se niega al sueño de la noche a pesar del somnífero que tomo antes de meterme en la cama.

De "dulce" nada, con este estreñimiento que me obliga a tomar diariamente una cucharada de laxante.

Y me digo:<<nadie sabe que después de tomarlo me bebo una copita del licor de chocolate que guardo celosamente para la ocasión>> Las manos, gracias a Dios, se han salvado del desastre; entonces nada mejor que sentarse en la banqueta frente al piano y con ánimo de Caballero Andante, con dedos firmes y rápidos atreverse al Tercer movimiento de la Sonata "Claro de luna" de Beethoven.

El robot no estaba tan mal ensamblado entonces...¿no?...

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                                  Serenidad, claridad, armonía

 Pensaba que todo debía tener un objetivo, un final exitoso, un resultado que me llenara de orgullo.

Cada uno forja sus propios sueños que alienta la esperanza.

¿Alguien dijo que el hombre es víctima de las circunstancias y  no puede impedir que sobre su destino obren fuerzas misteriosas? ; me siento vacío y envuelto en tinieblas; tiemblan mis carnes y se agita mi respiración, las emociones me dominan por completo.

¿Sólo a través del dolor se encuentra  a Dios?

¿Este cuerpo es un recipiente de carne, huesos, líquidos; la tumba es su última morada o es verdad que transcurrido un tiempo reencarna en un conejo, un mono, una rana?

Cierro los ojos y me quedo en silencio

Tal vez  deberíamos intentar  “dar el salto cuántico que requiere romper los límites de la realidad objetiva”, como expresa Joe Dispenza en su  interesante libro” Deja de ser tú”.

Entonces...

Subir y bajar repetidamente  las escaleras; no iremos a ningún sitio pero, tal vez, el corazón se agite con este ejercicio.

Seleccionar objetos de los placares para arrojarlos a la basura, arrepentirse y  nuevamente volverlos a colocar donde estaban; mientras dure este tiempo de locos da lo mismo.

Proyectar algo para el día siguiente y luego no cumplirlo. Así fue casi toda mi existencia.

Vivir en soledad...no tengo nada que perder.

Algo que puedo hacer es  cambiar cada día el sonido de mi voz y si me miro en el espejo puedo ver mi rostro sonriendo porque estoy vivo,  tengo comida en el plato, amigos para compartir, un sol que me abriga, una canción en el corazón.

Todo un mundo de palabras me  excita; mejor me siento a la sombra del sauce y descanso.

La presencia de una mariposa  me hace compañía y su soledad y la mía acaban en silencio.

Transformarme según las generales de la ley; seleccionar lo mejor, cortarlo con un cuchillo, alguna

falta de ortografía y seguir cocinando este guisado.

Control, no perder el control. Pasar el  mouse sobre las coordenadas; tres  letras son suficientes:  S.C.A.

Serenidad, claridad, armonía. Somos energía, todo es energía, el universo es energía, “todo lo físico no se compone de materia, sino de campos energéticos o de patrones de frecuencia e información. La materia es más <<nada>> ( energía) que <<algo >>( partículas)”( Joe Dispenza: “ Deja de ser tú”- pag36)

Desapego, iluminación.

Para la caña de bambú un instante de luz evoca su idílica existencia.

Nostalgia, la búsqueda de lo inútil; este desgranar de ideas es consecuencia de la pandemia que me  deja vacío, desanimado…pero dentro de mi zona de confort.

Cada día vivo una pequeña aventura encerrado en el comedor de mi casa; al creerme un monje ermitaño me divierto un poco; subo las escaleras que conducen a la planta superior pero imagino que escalo una montaña; al mirar por el amplio ventanal que da al jardín escucho el croar de ranas y el canto de pájaros que anuncian la llegada de la primavera.

En realidad estamos en otoño y lo único que se escucha son las bocinas de los automóviles  y el rugido de motos y camiones por la avenida Cabildo.

Rotar las muñecas, girar la cabeza, agitar los brazos como si estuviéramos bailando salsa; un muñeco estúpido, un robot apenas ensamblado me saluda agitando la mano.

En la puerta de la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Belgrano,  una  señora que se apoya en un bastón, vestida de rojo y con un pequeño sombrero en forma de cacerola, estira la mano para dar  limosna al anciano sentado en la escalinata que agradece con una dulce sonrisa.

El sol se oculta lentamente detrás del edificio y una música suave  de órgano  que proviene del interior  del templo alimenta la paz del corazón.

Maduro o inmaduro, da lo mismo; la vida es una burla y nosotros piezas de un teatro cósmico.

Leer libros, perderse en fantasías soñando que algún día encontraré un tesoro que resolverá todos mis problemas; escribir un ensayo que me haga famoso o llegar a ser un poeta reconocido, me da lo mismo; como dije, somos marionetas en este teatro planetario bueno para pasar unos años y  nada más.

Ser un sabelotodo, esto es: un científico que formule extrañas teorías sobre el origen del universo; en el jardín de la plaza  músicos improvisados ejecutan brillantes ritmos de jazz..

 

 Neil Degrasse Tyson dijo: “el Universo no tiene la obligación de tener sentido para ti”.

¿Y para quién entonces?

 Este es “mi” universo, conformado por miles de millones de galaxias donde nuestra querida Vía Láctea gira a una velocidad de 960.000 kilómetros por hora...¡por Dios!

Las galaxias se están alejando unas de otras- esto ha sido comprobado científicamente-, y podría ocurrir que este alejamiento podría detenerse algún día “ y entonces las galaxias volverían a concentrarse eventualmente en un punto mediante un fenómeno conocido como Big Crunch, o gran contracción que significaría el fin de todo lo existente”. ( https: //www.analitica.com )

Recuerdo que Lucrecio dijo que “ el mundo ha persistido durante muchos años tras haber sido puesto en marcha con movimientos apropiados”.

“Dios creó el mundo, la ciencia muestra el camino que siguió”  ( José C. Pena :“Dios y Darwin”. pag 246)

                                                                Eusefrindo sigue con sus divagaciones

Una laguna y una historia de extrañas apariciones para contar.

Los íconos de una iglesia ortodoxa se escapan del altar.

La cabeza descubierta.

Rotar las muñecas.

En el aire se huele a goma recalentada, a aceite quemado; toda la avenida Cabildo parece respirar un calor húmedo y pesado obligándonos a soportar estas molestias más allá de nuestros propios deseos perdiendo toda ambición.

Por momentos la avenida parece un mar de aceite de un gris opaco.

¡Qué largas se hacen las horas sin nada para distraernos!

Automóviles, ómnibus, camiones, furgonetas, motos y hasta una ambulancia transitan como persiguiendo un destino que los lleva más allá  de la rutina diaria.

Las reglas obligadas del diario vivir: barbijos, distanciamiento social y mucho alcohol en las manos; protocolo lo llaman...

 Camino hasta la ferretería de doña Josefa y pienso: ¿qué nos depara el futuro?

El planeta tierra; las estrellas; el sistema solar; el bossón de Higgs, el gran colisionador de hadrones,

todo esto muy bien estudiado, investigado y explicado en volúmenes y volúmenes que llenan bibliotecas con los nombres de los científicos más famosos del mundo.

¿ Nadie  se preocupa por  una guerra nuclear?

En cualquier momento, incluso durante esta pandemia, algún loco presidiendo un país del norte, del sur, del este o del oeste, podría desatar una tercera guerra mundial y todo...¡bummmmm! ...a la mierda, con la pandemia, el protocolo, el  barbijo,  el alcohol  y  lo demás.

Me acaricio el brazo, algo armado con tres huesos: húmero, radio y cúbito.

.Al menos esto es lo que recuerdo de las clases de anatomía de la escuela secundaria.

Mi escuela secundaria: Escuela Normal Superior de Maestros “ Juan Pascual Pringles”, orgullo de la querida San Luis de los años 40; concurríamos con uniforme gris, camisa blanca y corbata negra...¿qué tal?

Los chicos del Colegio Nacional, nuestros “rivales”, nos llamaban “los burros pardos”...jajajaja.

Entre las curiosidades de esa época  les cuento que para los festejos del 25 de Mayo se realizaba el desfile de una carroza alegórica  con antorchas; la Patria, representada siempre por una hermosa jovencita de cabellos negros- elegida entre las alumnas de la Escuela Normal de Maestras Paula Dominguez de Basán-, se “entronizaba” en lo alto de la carroza sujeta más o menos bien según la habilidad de los “constructores” del artefacto montado sobre un camión.

Pues bien, rodeando el vehículo y con antorchas encendidas los alumnos de la Escuela Normal Superior  de Maestros Juan P. Pringles , conscientes de la envidia de los chicos del Colegio Nacional, desfilaban frente al numeroso público presente.

¡Como para no estar orgullosos de pertenecer a la querida escuela que recordaba con su nombre al héroe de la gesta sanmartiniana!

Pero...no...no nací en San Luis; nací en Santa Fe en 1935 pero por cuestiones de trabajo, trasladaron a mi padre a San Luis en el año 1940 como jefe electricista de la Unión Telefónica como se denominaba en aquellos años  la empresa de teléfonos.

 En una tarde fresca de verano mi padre José Inocencio, ex boxeador en su juventud; mi madre  Ofelia Zulema,  profesora de piano, mi hermana Beatriz con tres años y yo, el niñito Eduardo con cinco años, arribamos a  una ciudad que era un poco más que un pueblito.

Viviríamos  en la casa que la empresa que empleaba a mi padre  le cedía; una casa situada en los fondos del edificio principal con parrales; la casa donde casi pierdo la vida jugando con mi hermanita en la sala de la gran dínamo; la casa en la que tuve mi primer gato que llamé Milonga y que murió al caerse por una escalera.

Pero vamos...¿no era que los gatos tienen siete vidas?

Continúo...esa casa  donde falleció  mi hermanito Jorge, el único puntano, a los tres meses de lo que llamaron en esa época “ muerte blanca”; la casa donde tuve mi primera relación sexual; la casa que soportó el terrible terremoto de San Juan en el año 1944; la casa ubicada en Belgrano entre Rivadavia y San Martín separada por unos metros del edificio del Banco de la Nación Argentina distante pocas cuadras de la Plaza Pringles, la plaza de la famosa “vuelta del perro”: los jóvenes paseando en un sentido y las jovencitas por el contrario, se cruzaban entonces las miradas intencionadas...y así se armaban los “noviazgos”.

Las dependencias asignadas a nuestra familia contaban con un recibidor en la planta baja  donde se destacaba la presencia del piano Simmerman traído desde Santa Fe para las clases de piano que daría mi madre; dos dormitorios, cocina y baño y otro comedor más pequeño en la planta superior con un gran ventanal desde donde se divisaban las montañas que parecían estar al alcance de las manos y que fueron nuestras “guardianas” durante  los años de la niñez y  adolescencia.

El Simmerman sería mi primer piano con el que inicié los estudios en el Conservatorio Miceli dirigido por doña María Belia Villegas de Britos, una mujer encantadora que  supo despertar mi amor por el instrumento que sería el compañero de toda mi vida.

 

Viví en el edificio de la empresa de teléfonos hasta los veinte años; el servicio militar me destinó a servir en la  Marina; abandoné entonces San Luis y fui a dar con mis huesos a Puerto Belgrano para iniciar un periodo de dos años  de vida militar.

Nunca olvidaré el consejo que nos dio un suboficial el primer día de entrenamiento.

Reunida toda la tropa en el patio principal de la base, con voz clara y resonante nos dijo: “ Las bolas las cuelgan afuera, en el alambrado que rodea el patio y cuando se vayan se las vuelven a colgar”.

Borges puro.

Concluido el servicio militar un inesperado ofrecimiento de trabajo en la ciudad de La Plata me llevó a ser profesor de música del Colegio San  Vicente de Paul echando por tierra mis planes de  estudiar piano en la Escuela de Música de Mendoza famosa por su calidad académica.

En la ciudad de los tilos viviría desde 1957 hasta 1990 dedicado a la enseñanza del piano pero con algunos episodios en los que abandonando  la docencia de la música, por vueltas de la vida y por ser yo medio “loquito” fui sucesivamente mozo de una cafetería; pianista de conjuntos musicales de bailables; empleado de la conocida joyería El Trust Joyero y Relojero, pianista  acompañante en la Escuela de Ballet del Teatro Argentino de La Plata y  finalmente técnico radiólogo de  un centro médico privado en la capital.

Volvería entonces, y ya instalado en la ciudad de Tigre, a mi antigua  vocación de profesor de música reiniciando la docencia con alumnos particulares, modalidad que proseguiría hasta 2020.

Mis propios recuerdos; la imaginación que viaja con nuestros sueños conectándonos con las voces que resuenan en el interior y nos cuentan historias.

Tres tentaciones: esperar, justificar, culpar al otro.

¿Quién soy?

Soy yo, el Eusefrindo que muchas veces simplemente es un tonto y otras veces, un irascible vejestorio.

Me gustaría poder poner en una misma línea mis pensamientos, mis emociones, mis sentimientos.

Pero eso rara vez ocurre.

Podemos cambiar, eso es cierto y el cambio comienza en el mismo momento de concebirlo.

Pero debemos creer con todas las fuerzas de nuestro intelecto y de nuestro corazón; recordemos que nada es “así”, todo está aconteciendo.

Modifiquemos nuestro entorno creando una realidad que no repita continuamente las mismas experiencias, los mismos errores, siempre buscando el lugar del confort.

Soy el dueño de mi cerebro; él participa  en todos los procesos de mi vida; cuando funciona bien yo la paso de suertes.

En estos meses de pandemia hemos sufrido toda clase de traumas: físicos, psicológicos, económicos, inundados  por pensamientos negativos e información contradictoria.

El miedo y la angustia han presidido más de una mesa y nuestros hogares se transformaron en cárceles inesperadas.

Y por supuesto...lo de siempre: esta pandemia es un castigo divino.

Pero...¿ es así realmente…?, ¿Dios castiga?

De inmediato nos viene a la cabeza el famoso diluvio. Y no olvidemos que del HIV se dijo también al comienzo que era un castigo divino.

Y otra cosa: ¿quién no ha escuchado alguna vez : “si te portas mal, Dios te va a castigar”?

Por otro lado: ¿Dios no es el Padre de toda la Creación?

Por lo tanto también el Todopoderoso debió crear  los virus y de ser así...¿ con qué fin?

Los científicos argumentan que el verdadero origen de esta pandemia se debe a la propia actividad humana y lo que provocó en la naturaleza, en el mundo de la política y de la economía

“Lo que nadie podía pensar se ha hecho realidad: la paralización de un día para otro de toda actividad económica a nivel mundial, excepto los servicios esenciales.

El mundo moderno estaba tan confiado en sus logros y avances tecnológicos y tan obsesionado con una economía de crecimiento ilimitado, que la actual pandemia del coronavirus ha sido un golpe brutal que ha dejado noqueado el sistema actual, con su ritmo vertiginoso de actividades empresariales y afluencia de personas de un lugar a otro del mundo”.  (Alfonso Ropero  Berzosa:“Los virus del Edén”-pág. 15- )      

¿Estos son los tiempos del Apocalipsis?

Sobre esto hay opiniones encontradas entre los miembros de las distintas iglesias “oficiales”.

¿Cuándo es oficial  una iglesia?

                                                                    Divagaciones sobre  Música

 

Sonido: el sonido es una onda de presión que comprime y rarifica el aire  trasmitiendo energía;

puede decirse también que es una “sensación producida en el  órgano del oído por el movimiento vibratorio de los cuerpos a través del aire.

Es el resultado de una vibración mecánica.  Al golpear un cuerpo sonoro, sus moléculas experimentan  un movimiento de ondulación o vibración.”

“La materia prima de la música es el sonido. El compositor organiza, escribe, estipula sonidos en ese diseño que es la partitura”. (Pompeyo Camps: “Comprensión y goce de la música”)

 

Los psicólogos John Sloboda y Patrik  Juslin, de la Universidad de Keele, nos dicen que “la base de nuestro comportamiento emocional es la capacidad de respuesta a situaciones que, de algún modo, nos sorprenden”.

Y agregan:” Parece que la música pone en marcha los mismos  mecanismo de asombro”. (Revista “Muy Interesante”- Junio de 2004-pág.20)

Sonidos...silencios...ruidos... ¿sólo eso es la música?

Los animales...¿disfrutan de la música?

Tuve un gato siamés al que llamé Yimmel y que siempre que tocaba en el piano obras de Juan Sebastián Bach venía y se echaba a mis pies con el inconveniente de  impedirme  utilizar los pedales del instrumento.

Al principio no me di cuenta pero después, hice la prueba de cambiar de compositor y tocaba, por ejemplo, Federico Chopin, el gato, despaciosamente se levantaba del piso y se dirigía...a donde le vinieran ganas.

Luego retomaba algún trozo de Bach y... el gato reaparecía.

¿Casualidad?...era lo que me decían mis amigos, pero nunca lo creí.

Algo en la estructura de la música de Bach hacía que el gato se movilizara hacia el instrumento.

La música:  ¿es importante para nuestra vida?

Casi nadie duda que al escuchar una bonita melodía nuestro estado de ánimo se modifica.

“ Una de las teorías más defendidas al respecto señala que la naturaleza humana dicta las condiciones que debe tener una secuencia de notas para que la interpretemos como una pieza musical”.(Jorge Alcalde: Cómo nos transforma la música”- Revista Muy Interesante- Junio de 2004- Pág 18)

La música no sólo afecta lo emocional sino que  ayuda a mejorar nuestro  estado de ánimo reduciendo  el estrés y mejorando la concentración y la memoria; pero no solo eso: también se ha demostrado que cuando escuchamos música el sistema inmunitario se regula, mejora la capacidad cognitiva y el estado emocional y se mejora la concentración y la memoria.

“ La psiconeuroendocrinóloga  e intérprete musical,  Daysy Fancourt, del Colegio Universitario de Londres, ha demostrado que cuando escuchamos o componemos música, así  como cuando tocamos un instrumento, se regula nuestro sistema inmunitario”.(Revista:Mente & Cerebro- Artículo: “El baile, un elixir para la vida”- Julia F. Christensen-N° 105-Diciembre 2020 )

Desdichadamente hay circunstancias que impiden el goce de la música y una de ellas es padecer amusia o incapacidad para apreciar la música cualquiera sea su género, y la otra es sufrir de anhedonia musical específica por la cual la persona no siente placer al escuchar música.

 La amusia es un trastorno que impide reconocer sonidos o secuencias de sonidos musicales. O sea: incapacidad para reconocer un sujeto melódico o rítmico.

Existen distintos tipos de amusia:

Amusia motora: incapacidad para silbar o cantar una melodía o reconocer una secuencia rítmica a pesar de que el sentido del ritmo es una capacidad innata en los seres humanos.

Amusia perceptiva: incapacidad para reconocer sonidos.

Existe la amnesia musical: incapacidad para reconocer canciones familiares.

Apraxia musical: incapacidad para interpretar música.

Agrafia musical: incapacidad para escribir música en personas que sabían y podían manejar esta habilidad.

Alexia musical: incapacidad para leer música en personas que sabían hacerlo.

Amusia instrumental: incapacidad para tocar un instrumento musical.

Las personas que padecen de amusia pueden escuchar música pero no la  disfrutan ya que al no poder procesar la altura de los sonidos, los sujetos melódicos no tienen ningún sentido y por lo tanto no provocan ninguna reacción emocional.

En alguna amusias extremas la música puede volverse verdaderamente desagradable y hasta irritante.

 

                                                                      Finalmente…

 

“Sólo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada: uno se llama ayer y otro mañana.

Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”-(Dalai Lama)

Fuimos llamados a la existencia, y se nos dio la fe como donación de luz.

“No me digas lo que soñaste mientras duermes; dime lo que sueñas cuando estás despierto”-(Reb Noson )    

                                                    Un poco de poesía

De su biblioteca Eusefrindo retira el volumen de “Poemas sobre un panel de biombo” de Belisario Luna, se dirige a paso tranquilo hacia su sillón preferido y como no hay nadie en la habitación lee en voz alta:

                                                               1

 

                                          El rocío sobre las cañas,

                                     el corazón se deleita en el silencio que hace compañía

                                    y con los juegos de la primavera.

 

                                                             2

                                             Somos como hojas caídas

                                             en el otoño.

                                             Tan frágiles y vulnerables.

                                                              3

 

                                            Como la noche tranquila

                                             amada señora, me abandonas.

                                                                    

                                                               4

                                           El espíritu más refinado

                                             se manifiesta

                                          en el agitar del abanico.

                                                                5

 

                                          Pequeño pájaro encantado

                                         en la tela pintado bellamente,

                                         pájaro de ceniza y de madera,

                                         ¿cómo sonará tu canto?

 

                                                                      6

 

                                          En mi propio corazón

                                           está el bosque;

                                          en mi propio corazón, toda intención.

                                          Si quiero la luz de la luna

                                          la busco  en mi propio corazón.

 

                                                                      7

 

                                          Nubes.

                                         solamente nubes,

                                          y la flor del cerezo,

                                           ineludible destino.

 

                                                                  8

 

                                              Noventa años es ya edad de viejo,

                                              al parecer sólo restan días de rutinas.

                                              Tengo ganas de llorar.

 

                                                                   9

 

                                                Un bello abanico

                                                adorna la mano de la geisha.

                                                Ilustrado con exquisitas pinturas

                                               el abanico establece una relación

                                                entre movimiento y poesía.

 

                                                                     10

 

                                                 Una flor en el florero,

                                                 blanco pimpollo húmedo de  rocío;

                                                 una flor en el florero,

                                                  inocente poesía.

                                                                       11

 

                                                  Daisuru Kurama camina en silencio;

                                                  detrás suyo un anciano recoge una flor mustia.

                                                  La vida se ha expresado así

                                                  con suave melancolía.

 

                                                                      12

 

                                                Amado señor mío,

                                                en la noche oscura

                                                la luna me roba

                                                tu desnudo cuerpo.

 

 

                                                                          13

 

                                                  Algunos monjes visten sólo

                                                   túnicas  de monjes;

                                                   algunos monjes comen

                                                   comidas para monjes y nada más;

                                                   algunos monjes sólo hablan como monjes,

                                                    ellos son como demonios.

 

                                                                         

                                                

                                                                     14

                                                     La vida poblada

                                                de impacientes pensamientos.

                                                     Profunda tristeza

                                                de un camino sin huellas.

 

                                                                       15

                                                      Una línea en el horizonte

                                                      y nada más.

                                                       Blancas florecillas que se inclinan

                                                      con la brisa

                                                       para brindarme un día

                                                        radiante de luz.

 

 

                                                              16

 

                                                     Estela luminosa

                                                     en el cielo

                                                     el vuelo de una grulla.

 

                                                              17

 

                                                     Caligrafía,

                                                      el arte de la paciencia

                                                      y la poesía.

 

                                                                 18

 

                                                      Encaje insular,

                                                      el mar borda en la isla

                                                      pacientemente.

 

                                                               

 

 

                                                             19

 

                                                    Flores mustias.

                                                   Un manto de tristeza

                                                   sobre la tumba.

 

                                                                20

 

                                                     El gato juega

                                                    original combate,

                                                    vence a su sombra.

 

                                                                 21

 

                                                      Bote en la noche

                                                    navega silencioso

                                                      río de estrellas.

 

 

                                                                   22

                                                       Sauces que lloran

                                                     la ausencia de pájaros

                                                     ¡y tanto cielo…!

                                                                                                     

                                                                   23

 

                                                          El viento roba

                                                       el abanico roto

                                                         y sus secretos.

 

                                                                    24

 

                                                         Lluvia y granizo

                                                       toda la mala suerte

                                                        para el mendigo.

 

 

 

                                                                  25

 

                                                          Entre las ramas

                                                         solo el nido queda

                                                         y un blanco plumón.

 

 

 

                                                    De todo un poco

 

Unmuchacho mantenía una rutina diaria que no le gustaba alterar.

Se despertaba temprano, alrededor de las 6,30 de la mañana, se daba un baño rápido, desayunaba con proteínas, algo de fruta y té.

 Observaba en el espejo de cuerpo entero los adelantos que había obtenido en el gimnasio y rápidamente vestía su ropa más cómoda.

Salía de casa con todo listo para el trabajo y la facultad sabiendo que se encontraría con un gentío cargando bicicletas, niños en brazos, colegiales y los empleados de las distintas actividades.

A él, esto no le molestaba, al contrario, le encontraba un cierto encanto, participar de esa multitud que lo hacía sentir vivo e  integrado.

Mientras aguardaba el transporte que lo llevaría a destino se entretenía observando a las personas que lo rodeaban tratando de adivinar sus edades, dónde vivirían,  cuáles serían sus ocupaciones, sus proyectos, sus sueños…

                                                   

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                                                      El viento sopla;

                                                      la lluvia cae lentamente;

                                                      nadie puede impedir

                                                      acciones tan simples y perfectas.

 

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                                                         Observo el lago en la

                                                           serena tarde.

                                                       Me esfuerzo y pierdo el lago,

                                                        ¿qué queda?

                                                         Agua y el enojo.

 

 

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                                           Cuestión de deformidad…

 

Esta tarde estando sola en casa y algo aburrida me metí en la biblioteca de Unmuchacho; una habitación espaciosa con un hermoso ventanal con sus cuatro paredes  cubiertas por estanterías pintadas de blanco repletas de libros  ordenados alfabéticamente que él mantiene libres de polvo porque todos los días los repasaba con el plumero.

Días pasados ocurrió algo raro: Unmu había estado leyendo toda la tarde, revisando distintos volúmenes, muy concentrado en la lectura, tomando notas y en ocasiones murmurando algo en voz baja.

En un momento se puso de pie, bostezó, estiró sus brazos, se alborotó el cabello y con voz algo cansada me dijo:

-Nenita… voy a prepararme un trago…ya vuelvo-… y se dirigió al comedor.

-Bueno…”nenito”… respondí con voz burlona-, voy a leer un rato-

Sin perder tiempo subí al escritorio y vi que el libro que había estado leyendo Unmu estaba abierto; pude leer que en la parte superior de la página estaba escrito un título: “El cuerpo humano y su anatomía”, había varias fotografías de hombres desnudos y ¡ todos tenían la misma deformidad entre sus piernas como la que había visto en Unmu!

Entonces..¿aquello no era  una deformidad como había creído?... ¿era algo “normal”’…¿sería posible?¿y qué función cumplía?

Sin saber que pensar miraba una y otra vez las láminas y cada vez me convencía más que debía haber una explicación para el…”fenómeno” en forma de salchicha con sacos que colgaban.

Al leer algunas líneas encontré palabras que jamás había escuchado: “pene”…”escroto”…testículos”,

“semen”…próstata”…parecían más bien  términos referidos a enfermedades o…algo así…

Supongo que en algún momento me atreveré a preguntarle a Unmu aunque no creo que esta “deformidad”-como la sigo llamando- sea algo que incida en su salud ya que lo veo de excelente ánimo, yendo a la facultad, al gimnasio y a su trabajo.

¡Cómo?¿No les hablé sobre cómo se gana la vida mi amigo? Vaya…Unmu trabaja en una importante firma de abogados de la capital federal desde ya hace más de tres años; no nos olvidemos que está cursando su último año en la Facultad de  abogacía.

No sé exactamente que asuntos manejan pero parece que les va bien por lo que he escuchado hablar a  Unmu con sus amigos cuando se reúnen en casa y que se refieren a la evolución del estudio, los encargos que reciben, las reuniones con importantes empresarios, y su cartilla de clientes, algunos de bastante renombre incluso del mundo de la farándula.

 

                                                  Página de Diario

 

Hace un tiempo, estuvimos juntas Pólex y yo; luego ella tuvo que ocuparse de algunos asuntos y dejamos de vernos.

Desde entonces me siento como un pájaro enjaulado sacudiendo sus alas al puro vicio.

Es difícil explicarlo… su ausencia me perturba; sé que entre las pulgas no es fácil establecer vínculos profundos…gustarse, sí, pero no mucho más; las pulgas no somos de entregarnos fácilmente a las confidencias.

Pero esto es otra cosa; son sentimientos que nunca experimenté y, aunque un poco perturbadores, me gusta dejarme llevar por el vaivén de sus improntas.

A veces tengo la impresión de que me invento historias para sentirme viva…no sé.

Siento como si Pólex me aceptara sin cuestionarme dispuesta a escuchar, a brindar la palabra oportuna, a confiar en el cariño que empieza a unirnos.

He vivido sola-o mal acompañada- durante mucho tiempo…¿qué pasó con Pólex?...menudo lío me estoy haciendo…tal vez le estoy dando demasiada importancia al asunto.

Pero me siento bien; quedamos de vernos el próximo domingo, hoy es viernes…no falta mucho.

 

El que Pólex sea homosexual no pareció importarme al comienzo de nuestra amistad; después ella encontró una amiga “rianchi” con la que se ilusionó para formar una pareja, estuvieron juntas un tiempo pero algo sucedió y dejaron de verse.

Ahora soy yo la que está algo confundida; seguimos siendo amigas, compartiendo salidas a veces solas y otras con amigas pero esto que ahora estoy sintiendo por ella es algo nuevo y distinto.

Pienso llamarla en estos días para que concertemos un encuentro porque esto de no vernos, de no saber de ella me pone de malhumor…bah…digo yo, de mal humor, en realidad parezco una chiquilina inquieta y caprichosa.

Se me acaba de ocurrir una idea un poco…”loca”

¿Y si programo una cena invitando a Pólex, al Ratta, a Unmuchacho, a Eusefrindo con la excusa de que es mi cumpleaños?

Pero… ¿para que rodear a Pólex de gente cuando en realidad sólo quiero verla a ella?

Chiquilina…sí…eso es lo que soy…

                                    

 

 

 

                    

                                        La mirada de la Pulga

 

Dicen que soy muy pequeña, pequeñísima tal vez y que por eso soy fácil presa de cualquier depredador, pero yo digo que no…me siento tranquila porque estoy bien “armada”.

¿Armada en qué sentido?

Pues con este cuerpito duro y achatado que así sirve mejor a mis necesidades; poseo buenas y fuertes patas traseras para facilitar los saltos y un aparato bucal para alimentarme y si a eso le agregamos que nos da lo mismo habitar en humanos o en animales…está todo dicho.

Soy afortunada al tener lo que necesito y me es útil; observo a mi alrededor y trato de ver el lado bueno de los acontecimientos.

El Supremo me creó también a mí y con eso es suficiente para sentirme importante y protegida.

¿Saben qué…? No sé por qué me viene esto a la cabeza…

 Pienso que Eusefrindo posee un alma hermosa llena de amor y, ahora con los años, de sabiduría.

Hace ya tiempo, recuerdo una mañana de invierno de mucho frío; Unmuchacho había salido a correr

pese a que Eusefrindo trató de disuadirlo; cuando volvió estaba morado, tiritando de frío y con la respiración muy agitada.

De inmediato Eusefrin fue a la cocina y le preparó un café bien caliente mientras avivaba la llama de la estufa para que Unmuchacho pudiera reponerse más rápido.

Esto puede parecer algo que haría cualquiera pero había en los gestos y la actitud de Eusefrindo algo que  hacía sentir un alma cargada de ternura y protección.

Después de todo, Unmuchacho había sido discípulo de Eusefrindo cuando cursaba la secundaria.