Los 7 cielos de la espiritualidad

domingo, noviembre 22, 2020

CAMINANDO MI FE

 



Caminando mi fe



Vendrán tiempos en que los hombres se volverán locos y cuando vean a alguien que no está loco, lo atacarán diciendo: “Estás loco, no eres como nosotros”. (1)



Cuando ores, mueve los pies”. (Proverbio árabe)



Cuando niño me decían:



No te rías en misa porque Dios te va a castigar”.


No le contestes a tus padres porque Dios se va a enojar”.


No tengas malos pensamientos porque te vas a ir al infierno”.


No, ese libro no se puede leer porque está prohibido por la iglesia”.


Mientras más sufras, más te parecerás a Nuestro Señor Jesucristo”.



Ahora: algo realmente desopilante:


Discípulo: -¿Y qué decís de los ferrocarriles?


Maestro: -Lo que dijo Pío IX dirigiéndose a unos jóvenes: que esa rápida comunicación de todos los ángulos del mundo hace de él un vasto campo de batalla.


En efecto, el joven sustraído a la vista de sus padres va y viene y topa con un hereje o un sectario; con un mal libro o un perverso compañero y engolosinado con la vagancia y viendo nuevos países y contrayendo nuevas amistades, se acuerda con hastío de su casa y de su lugar y del trabajo y de la sujeción y hasta de sus padres y familias”. (2)



También me hablaron del camino del dolorismo:



Si los libertinos se unen para divertirse, uníos vosotros para sufrir”.


Al amar la humillaciones, espanta el orgullo de Satanás. Al amar la pobreza, vence la avaricia del mundo. Al amar el dolor, mata la sensualidad de la carne”.


Hablando sobre el Señor Jesús, dice el autor: “Este Maestro va delante, descalzo, la cabeza coronada de espinas, el cuerpo completamente ensangrentado y cargando con una pesada cruz”.


Amemos a Jesucristo de la manera más alta, es decir, a través de toda clase de cruces”.


Tened mucho cuidado para no admitir en vuestra compañía a estos hombres delicados y sensuales, que se duelen de la menor molestia, que gritan y se quejan por el menor dolor, que jamás han conocido la cadenilla, el cilicio y la disciplina, ni instrumento alguno de penitencia y que unen a sus devociones-aquellas que están de moda- una sensualidad y una inmortificación sumamente encubiertas y refinadas”.



¿Os repugna algún alimento, ciertos actos de virtud, algún mal olor? Probad, practicad, oled: venceos”


¿Sentís natural repugnancia por un objeto o por una persona? Usadlo a menudo, frecuentad su trato: dominaos”. (3)


Me pregunto yo: ¿este era el camino para llegar a la santidad?




Caminando mi fe




Creo en Dios y creo en Jesús que es el Cristo, el Ungido, “el proyecto de Dios hecho carne”. (4) Creo que Dios existe pero cómo “existe”, no tengo la menor idea.


Lo único que conozco de Dios es su nombre: Yahvé.


Para relacionarme con alguien debo conocer su nombre; recordemos que en la cultura semita, el nombre de una persona tenía gran importancia y significación porque ponía al otro en existencia real; entonces yo y el nombrado, ambos, nos hacíamos accesibles.


Pronunciar el nombre de alguien tiene como efecto hacer que su presencia sea actual y operante de una manera inmediata e inevitable”. (5)


Pero aunque conocer el nombre de Dios me permita interpelarlo, alabarlo, invocarlo, la experiencia de esta relación siempre permanecerá en el misterio.


Moisés, en la zarza ardiente tiene la revelación del nombre santísimo, según lo relata la biblia: 13 Contestó Moisés a Dios: “Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”: y ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” 14 Dios dijo a Moisés: “Yo soy el que soy”. Y añadió: “Así dirás a los israelitas: “Yo soy, me ha enviado a vosotros”. 15 Siguió Dios diciendo a Moisés: “Así dirás a los israelitas: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre, por él seré recordado generación tras generación”.

No soy teólogo, ni sacerdote, ni filósofo ni un talmid jajam; soy apenas un músico, pero de los teólogos pienso “que saben mucho sobre Dios pero muy poco de Dios”. (6)


Referido a esto existe un himno en el Libro secreto de Juan (un texto gnóstico) que, con mucha poesía expresa:


Él Uno es ilimitable, pues nada hay ante él para limitarlo; impenetrable, pues nada hay ante él para penetrarlo; inconmensurable, pues nada había ante él para medirlo; invisible, pues nada lo ha visto; eterno, pues existe eternamente; inexpresable, pues nada puede concebirlo para expresarlo; innombrable, pues nada hay ante él para darle un nombre,

El Uno es la luz inconmensurable, pura, santa, in-maculada.


Es inexpresable, y es perfecto en la incorruptibilidad. No es que sea sólo perfección, o gloria, o divinidad: es mucho más grande.


El Uno no es corpóreo ni es incorpóreo.


El Uno no es grande ni es pequeño.


Es imposible decir


¿cuánto es?


¿de qué clase es?


Porque nadie puede entenderlo.” (II:3)


Soy un hombre viejo y cansado que se irá de esta vida con un montón de preguntas sin respuestas pero confiando en la misericordia del Padre, el amor de Jesús y el amparo de la Madre Santa.


¿Qué es la fe? ¿Un conjunto de creencias?


Es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido de su vida”. (7) O sea: el cristiano es un hombre que ha hecho una elección con la que se juega su destino personal en este mundo y en el otro.


La fe: ¿es creer en el Credo?


Sin embargo, los primeros cristianos no tuvieron ningún credo pero sostuvieron su fe frente a las mayores adversidades y persecuciones.


Fue por primera vez en el siglo IV después de que el propio emperador Constantino se convirtiera a la nueva fe –o al menos dejara de criminalizarla-, cuando los obispos cristianos, por orden del emperador, decidieron en la ciudad de Nicea, situada en la costa turca, ponerse de acuerdo sobre una declaración común de sus creencias: el llamado Credo de Nicea, que para muchos cristianos sigue siendo hoy en día lo que define su fe”. (8)


Constantino El Grande, después de su victoria en la batalla del Puente Milvio, en el año 312, fue proclamado Emperador de Roma; sabido es lo que aconteció horas antes de esa batalla: Constantino tuvo una visión en la cual vio la cruz de Cristo y la leyenda In Hoc Signo Vinces : “ con este signo vencerás”.


Hizo caso a su visión, luchó y venció; luego, para conmemorar tan magno acontecimiento levantó en Roma un arco de triunfo con la cruz de Cristo y la inscripción: “Por este signo salvador he librado a vuestra ciudad de los tiranos y he devuelto la libertad al senado y al pueblo romano”.


Curiosamente Constantino no era cristiano sino seguidor del Sol Invictus, un culto solar mitraico, pero sí era cristiana su madre, la Emperatriz Elena.


Como hábil político, Constantino vio en el cristianismo la fuerza espiritual capaz de unificar las amargas divisiones que había provocado la guerra civil.


Pero la iglesia cristiana misma se enfrentaba en esos momentos a grandes conflictos, desacuerdos, polémicas e intolerancias entre las distintas facciones que la integraban.

¿Qué hizo entonces el Emperador para imponer su voluntad a los tan mal “avenidos clérigos”?


Convocó en el año 325 d.c. el primer concilio ecuménico de la iglesia “ordenando a todos los obispos a que se reunieran a sus expensas en Nicea, una ciudad –isla cercana a un gran lago para desarrollar una formulación estándar de la fe cristiana. (9)



El concilio se realizó y fundamentalmente sirvió para asentar las bases de la doctrina de la cristiandad; condenó los errores más difundidos en la época entre los que se encontraba el arrianismo.


El Creo de Nicea, aprobado por los obispos y con el beneplácito del Emperador se convirtió entonces en la doctrina oficial de la iglesia.


Posteriormente, en el año381, en un nuevo concilio en Constantinopla se estableció una versión del credo ligeramente modificada denominada símbolo niceno constantinopolitano, surgido de la necesidad de la iglesia de establecer claramente todo aquello en lo que debía creer el cristiano.


Sin duda, el Emperador Constantino realizó un singular esfuerzo para unificar los distintos grupos rivales que durante el siglo IV trataron de imponer sus propias convicciones.


Dice Elaine Pagels: “Durante los treinta años que gobernó después de su conversión, Constantino, en la medida en que le pareció un procedimiento práctico, legisló según los valores morales que encontraba en las fuentes bíblicas, es decir, con la idea de lograr una sociedad armoniosa, construida sobre la justicia divina, que se preocupara hasta por sus miembros más pobres”. (10)



La iglesia: ¿Qué es? Sé la definición del catecismo pero me gusta más lo que dice Elaine Pagels: “Presencia de un grupo que se unifica por efecto de una fuerza espiritual para formar una gran familia”. (11)



Este grupo- me gusta más llamarlo comunidad- ¿podría tener el poder de influenciarse mutuamente para cambiar la calidad de sus corazones y dejar de ser meros “recitantes” y pasar a ser hombres y mujeres convertidos y comprometidos con la Palabra?


Las expresiones formales con las que anunciamos nuestra fe en el Credo, corren el peligro de quedarse solamente en eso: expresiones formales, sin savia, sin sangre, sin vida, pero todo muy “prolijito”. A veces, en el transcurso de la misa tengo la impresión de que somos un coro de suplicantes que cumplimos con el ritual, repetimos palabras y gestos para obtener bendiciones y beneficios, perdón y protección.


Pero en la calle todo sigue igual.



¿Puede amarnos Dios?


Sí, pero ¿cómo nos ama? Dicen que hay que decirle sí a Dios y a su proyecto de amor hacia nosotros. Pero yo muchas veces le he dicho “´sí” y demasiadas veces me he hecho el sordo y otras muchas más le fallé, ¿debo por eso perder la esperanza?




La existencia de Dios es inefable, su amor también. Y miren que es obstinado sino: ¿cómo se entiende que pueda esperar algo de estos hijos suyos tan empeñados en pasarla mal?


No sé si la vida es un absurdo, pero resulta “más absurda sin Dios”. ( Luis Alemán Mur)


Él es mi Padre, mi roca y fundamento y no las iglesias, las Summas o el Vaticano.


Hablando mucho no vamos a encontrar a Dios.


La oración es necesaria pero el silencio también, ¿por qué no permanecer en silencio cuando estamos en la iglesia en vez de escuchar tanto al cura?, tal vez, así, Dios podría decirnos algo.


Es posible que el silencio sea el mejor idioma para hablar con ese Alguien”. (Luis A. Mur)


O como dice el teólogo José A. Pagola: “En el silencio sólo se escuchan las palabras esenciales”. (12)


En palabras del salmo 65: “El silencio es alabanza para Ti”. (Sefer Tehilim)


Es que en el silencio hay algo de puro, sencillo, simple, capaz de brindarnos fortaleza interior y liberación espiritual.

Reconozcamos que generalmente nuestra conversación con Dios es simplemente un monólogo; hablamos y pedimos; pedimos y rogamos y seguimos hablando y rogando.


¿Y cuándo escuchamos lo que Él tiene para decirnos?


No creo que en el parloteo de nuestra “charla interior” el Espíritu Santo pueda actuar con eficacia.


No sé. Me parece.


La voz de Dios comenzamos a escucharla cuando escuchamos hasta el fondo nuestra verdad. Dios actúa en nosotros cuando le dejamos activar lo mejor que hay en nuestro ser”. (13)


A Dios debemos buscarlo con fe, con ciencia, pero también con intuición y mucha paciencia porque es experto en callarse la boca; en no decirnos nada; ocultarse tras un misterio insondable , mantenerse en silencio y a nosotros en ascuas; supongo que este silencio de Dios tendrá que ver con la libertad que nos regaló y las responsabilidades inherentes a ella: sujetarnos a leyes, obligaciones de convivencia, toma de decisiones que pueden significarnos una carga; trazarnos un camino de proyectos, actuar para el bien común y para beneficio del otro y no sólo para el nuestro.


No podemos ser necesarios sin dar servicio a las necesidades del otro”. (14)




Si Él se mostrara, por un instante nomás, seguro moriríamos por aquello de que: “la Luz total mataría al hombre”. (Mur pág. 12) En Éxodo 33: 20 leemos: “Pero mi rostro no podrás verlo, porque nadie puede verme y seguir con vida”.



Creemos que Dios no es artista y sin embargo ¡miremos la Creación!


Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas”. (15)


En el libro de la Sabiduría se lee: “Pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega a contemplar a su Autor”. (Sabidur. 13 -5)


En palabras del Salmo 19:1, 2 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos; 3 el día al día comunica el mensaje, la noche a la noche le pasa la noticia. 4Sin hablar y sin palabras, y sin voz que pueda oírse, 5por toda la tierra resuena su proclama, por los confines del orbe sus palabras. En lo alto, para el sol, plantó una tienda,

6y él, como esposo que sale de su alcoba, se recrea como atleta corriendo su carrera.7tiene su salida en un extremo del cielo, y su órbita alcanza al otro extremo, sin que haya nada que escape a su ardor”.



Agradecemos al Creador por las montañas y los bosques, los peces del mar y las aves del cielo; por los campos, los trigales, las vides; por las estrellas y los abismos de la tierra; por el viento y la lluvia, por cada amanecer y porque de tanto en tanto nos regalaba un arc-en-ciel.


Nos conmueve la belleza de la Vía Láctea y el saber que millones y millones de mundos ignorados guardan sorprendentes secretos. Y todo esto es bueno porque la creación es buena; todo lo creado es bueno porque está hecho según la voluntad de Dios y Él sólo puede crear bondad.


Hoy día observo en los servicios religiosos demasiadas caras adustas y serias, como si las personas hubieran elegido vivir su fe por el camino de la obligación y la sequedad del corazón y del vientre; cristianos que dan por supuesto que todos tienen fe (a pesar de la crisis que se advierte hoy día) y que cumplen con ir a misa, hacer una confesión y echar algunas monedas en las limosneras pero llevando una vida -¿una vida?- cristiana sin ganas, sin horizontes, sin energías; hay quienes viven la religión como “desde afuera”: “Pronuncian rezos, asisten a celebraciones religiosas, oyen hablar de Dios, pero se limitan a ser espectadores”. (16)


Muchas de esas personas viven a contrapelo de lo que su conciencia les dice pero la iglesia no acepta; por ello les resulta imposible vivir en un nimbo de misticismo formado por creencias que no acuerdan con los descubrimientos actuales y las respuestas que dan las ciencias y la antropología a las eternas preguntas que el hombre se ha hecho desde siempre.



Y a eso se le suma que muchas veces las homilías suenan aburridas, reiterativas y no parecen relacionar la Palabra con los acontecimientos del diario devenir, o lo que es peor se “convierten en burda propaganda ideológica y no en cauce de la Palabra de Dios”. (17)


Es en la comunidad de los laicos donde debe referenciarse el Evangelio para forjar el Reino de Dios, tendiendo lazos de fraternidad, entendimiento y mediación.


¿La alegría, el contentamiento y el júbilo deben estar ausentes en el encuentro con el Padre? ¿Humor y amor, por qué no? A veces me gustaría un poco de “desorden sagrado”, al decir de Héctor Tizón.


El jasidismo, una corriente de la espiritualidad hebrea renovadora de la tradición judía, fundado en el siglo 18 por el rabí Baal Shem Tov, “otorga a la risa, a la música y al baile una gran importancia”.


Los jasidim ponen el acento “en la devoción y no tanto en el saber religioso”.


Martín Buber, filósofo y escritor nacido en 1878 en el seno de una familia judía, editor de la revista “Die Welt” y fundador en 1916 del periódico “Der jude”; profesor en la universidad de Francfort y en la universidad hebrea de Jerusalén, decía sobre el jasidismo: “El jasidismo no pretende ofrecer al hombre una solución al problema del misterio del mundo, sino que le ofrece la preparación para vivir con y en ese misterio. No pretende darle lecciones acerca de la naturaleza de Dios, sino orientarlo hacia los caminos donde puede hallarla”.


Creo que los hombres más justificados ante Dios no son los que observan todos los mandamientos, preceptos y prescripciones de la ley sino los que dispensan mayor amor, caridad y justicia al prójimo.


Me viene a la memoria un breve relato jasídico de fino humor: “Decía el rabí Bunam: Tres cosas es posible aprender de los ladrones. Primero, a no ser perezosos y trabajar de noche si hace falta.


Segundo, a no desanimarse ante los fracasos y probar siempre una vez más. Luego, a no despreciar ningún bien por pequeño que sea. Quien quiera servir al Señor, debe aprender de estos métodos del ladrón”. (18)


La tarea fundamental del hombre en esta vida es alcanzar la plenitud de sus capacidades y aptitudes; madurando su fe, arriesgándose en lo incierto; sin cinturones de seguridad, evolucionando sin “pánico al futuro” como dice Luis Alemán Mur.


Si sobre la iglesia y sus estructuras no soplan aires de renovación, nada podrá esperarse para beneficio del hombre. La buena noticia no es la proclamación de dogmas; es enseñar al hombre el camino para llegar a la plenitud por medio de la práctica del amor.


Cuando hablamos de renovación no nos referimos a cambios en el lenguaje ni en los ritos o ceremonias que con eso no alcanza; hablamos de un espíritu de aventura que se atreva al progreso en el conocimiento y en la búsqueda del verdadero sentido y significado de la fe y del cristianismo.


Distintos carismas, sí, pero la unidad la realiza el Espíritu Santo, como dice el Papa Francisco.


Que haya en la iglesia belleza, salud, sueño, alegría, audacia, crecimiento, liberación; que haya camino, proceso, que separe las aguas del Mar Rojo de la historia y que sea rocas y cumbre del Sinaí; que sea espiga, grano, esperanza; que tenga capacidad de escucha y aprenda que, como iglesia, siempre se está construyendo.


Imitando a Francisco, quizá la iglesia debería prescindir en su predicación, en sus documentos, de muchos de los adjetivos que hacen cargante y a veces incomprensible su lenguaje”. (19)

Cada gesto que hagamos, por mínimo que sea, para insuflar nuevos aires a nuestra iglesia, implicará un desafío para salir a los caminos e invitar al hermano al banquete del Señor.


Que la iglesia también sueñe, que se forje ilusiones, que aspire a lo imposible, no importa si no lo alcanza, pero que viva con euforia formas nuevas pero también reformas.


Como bien dice Alberto Bustamante: “En la vida el que mantiene, retrocede”. (20)


No se trata sólo de buscar mejores estrategias sino de ahondar en la labor misionera y mediadora de la iglesia por medio del diálogo sincero y respetuoso.


Uno de los retos que hoy hace que sea urgente la nueva evangelización, al mismo tiempo que pone barreras, es el individualismo. Nuestra cultura y el énfasis de gran parte de la sociedad moderna, exaltan al individuo y minimizan las relaciones necesarias de cada uno con los demás”. (21)



El mismo Benedicto XVI ha hablado de “la renovación siempre necesaria de la iglesia”, pero mucho antes el papa Paulo VI reconoció que la verdad no tiene dueño y que la iglesia romana “va penosamente a través de la historia buscando la verdad, porque no la posee”. (22)


Enrique Maza, en “La libertad de expresión en la iglesia”, dice: “La religión, por su lado, sobre todo la católica, sigue empeñada en repetirnos quién y qué somos, quién está puesto directamente por Dios para guiarnos, corregirnos y decirnos cómo debemos pensar, qué creer y de quién debemos depender para purificarnos de nuestra maldad intrínseca, en la que nacimos con el pecado adherido al alma, si queremos alcanzar la vida eterna. Siempre atados a la pequeñez de la dependencia y ofreciendo a Dios nuestros sufrimientos y la pobreza de los pobres para redención de la humanidad”. (23)



Al respecto, Rafael Aguirre nos dice: “La cristiandad, la fe cristiana como una cultura que lo impregna todo, desaparece.


Viviremos en una sociedad más plural, pero el cristianismo estará presente de una forma más libre, más auténtica.

Van a surgir expresiones del cristianismo en culturas muy distintas y tendremos que acostumbrarnos a que se exprese mediante formas no europeas”. (24)


Algo terminó para siempre en la iglesia de nuestros días; algo definitivamente cambió y sacudió las bases de una estructura que parecía petrificada.


No deja de ser interesante repasar un poco la historia de la iglesia según el accionar de algunos de sus papas, por ejemplo: “Gregorio XVI -1831-1846- condenó la libertad absoluta de imprenta, alabó la quema de libros y el Índice de los Libros Prohibidos.


Dijo, en un resumen de su pensamiento y de su enseñanza: “Es injurioso, falso y temerario afirmar que la censura previa se opone a la justicia y que la Iglesia carece de derecho para imponerla”.


Pío IX-1846- 1878- apoyó la doctrina de su antecesor sobre libertad limitada de imprenta, quema de libros, índice de Libros Prohibidos y censura previa a los escritores, y añadió que la sujeción de los escritores a la autoridad eclesiástica no se limita a las cuestiones infalibles. Deben sujetarse en todo, hasta en lo discutible.


León XIII- 1878-1903- responsabilizó a la prensa de la mayor parte de los males de la época. Habló del escándalo del teatro, de los libros, de los periódicos, de las artes, aplicados a “ennoblecer la torpeza”. Vio la necesidad de fomentar el periodismo católico para contrarrestar a la prensa laica y fue testigo de la represión a la prensa y a los periodistas católicos. Abrió sus archivos, porque “la historia destruye la calumnia”.


Enseñó que la libertad está subordinada a la verdad y al bien y que no debe concederse al error y al mal. “No es lícito-dijo- proteger con la ley la publicación de errores; por el contrario, la ley debe suprimir el error; en consecuencia, la libertad de expresión sólo debe permitirse en lo opinable, a condición de que no provoque disensiones entre los católicos; por eso, para mantener la unidad, hay que obedecer al papa y a los obispos, usar lenguaje moderado, no ofender la piedad de los fieles y no defender novedades.”


Estableció censura previa en todas las materias que afectan a la religión y a la moral. Prohibió a los miembros del clero dirigir periódicos o revistas sin licencia del obispo y escribir sobre cualquier materia, aunque no tratara de religión, lo mismo en libros que en periódicos, sin licencia y sin censura previa. Prohibió que se introdujeran periódicos en los seminarios sin autorización del obispo.


Pío X -1903-1914-cerró todavía más la puerta y estableció una supervisión estricta. Constituyó consejos diocesanos de vigilancia.

Sistematizó la censura, que debía ser previa y secreta; la prohibición de libros y la cautela en su difusión; la prohibición de periódicos en los seminarios, la prohibición al clero de dirigir periódicos y revistas; el control de la actitud de los libreros católicos; la vigilancia sobre los sacerdotes corresponsales de publicaciones. Condenó a la prensa italiana porque toleraba el despojo de los bienes eclesiásticos. Ordenó que hubiera censores señalados para todo. Propuso a Luis Veuillot- el combativo integrista de la Restauración del siglo XIX- como modelo del escritor católico. El clero debía someter a la censura todo escrito sobre cualquier materia y necesitaba permiso previo del obispo para dar conferencias”. (25)



Y la lista podría continuar con Benedicto XV, Pío XI, y Pío XII, todos ellos expertos en establecer censuras y límites al libre pensamiento aun en cuestiones que no se referían a la doctrina de la iglesia.


Enferma de poder, desesperada por el control de sus fieles, la iglesia vaticana intenta ceñirnos a su redil y prohibirnos pensar, conectarnos con el mundo, asumir las propuestas sensatas de la ciencia o de la antropología de hoy”. (26)




La tentación del poder está en todos lados y en todos los estamentos y la iglesia no podía ser una excepción.


Así, en lugar de investigar, sancionó normas; en lugar de interpelar impuso la autoridad de la cátedra; en lugar de iluminar las conciencias se apoyó en su autosuficiencia y de este modo ni alimentó el trigo ni separó la cizaña.


La iglesia ha mantenido su estructura por medio de una organización jerárquica vertical y machista. No le fue posible escapar a las garras del poder porque éste es “una tendencia inscripta en las entrañas de lo biológico, lo psíquico y lo social; y, como tal, es más inconsciente que consciente; los maestros de la sospecha nos lo han explicado muy bien”. (27)


El poder marcó la historia de la iglesia- institución hasta obligarla a caer en los excesos que provocaron las “guerras santas”: la inquisición, las cruzadas, el avasallamiento de colectivos como los templarios, los cátaros y las etnias indígenas.


Actualmente la iglesia enfrenta muchos desafíos pero el principal, creo, es el de dejar de ser una institución enclavada en el poder para transformarse radicalmente y vivir y hacer vivir el espíritu de las Bienaventuranzas.


Debe dejar de discriminar, debe dejar de servir a los intereses de su propia estructura de poder para ponerse al servicio de los humildes y marginados; debe dar su amor con gratuidad y servicio.


Nadie dice que sea una tarea fácil, pero es posible sobre todo si la iglesia escucha a quienes la cuestionan con amor y respeto y por respeto a ese Amor que ella dice representar.


Si la iglesia recuerda que su autoridad no es suya, y ratifica así todos los signos de amor en el mundo, podrá atravesar este momento de miedo y perplejidad. La autoridad de una verdadera iglesia de comunión está basada en el discipulado, en su capacidad misionera, en su capacidad de sanar y acompañar, curar y ofrecer la Palabra de gracia que es Jesús; no en otra cosa”. (28)


A veces pienso que lo que le cuesta a la iglesia- institución es encontrarse con la libertad del otro, los pensadores, los teólogos no ortodoxos, los que trabajan con la opinión pública, los que no quieren someterse al control ideológico.


Dice Enrique Maza: “La opinión pública pone freno al absolutismo”. También aclara: “Las conciencias se forman con información, con libertad asumida, con responsabilidad ejercida, con valores asumidos, con la verdad conocida tan plenamente como sea posible, con la capacidad responsable de crítica, con el amor que asume al otro en lo bueno y en lo malo, con la tarea humana que construye, con el pensamiento que busca, con la integración consciente y lúcida en una comunidad.


La opinión pública es una manifestación y una medida de esa conciencia madura”. (29)

Hoy día se interpela a la iglesia en busca de respuestas de cómo interpretar la labor docente, misionera y mediadora de la misma; cómo dar testimonio de la Palabra de manera creíble para el hombre de esta época y cómo llevar a cabo una exitosa acción evangelizadora y para esto es de fundamental importancia la expresión de las distintas opiniones dentro y fuera de la iglesia. Todo depende de cómo defina a Dios, como fuente de poder o como fuente de amor; no es el poder el que me permite llamarlo “Padre” pero sí el amor.


Cometió la iglesia una gran equivocación cuando reemplazó el mensaje vivificador del evangelio por una institucionalización de la religión que llegó hasta promulgar su propio código jurídico.


Lo dogmático, lo legalista y lo riguroso secó el pan de vida de la mesa del Señor.


El Espíritu Santo une a las personas por obra del amor más allá de las distintas expresiones de pensamientos que puedan existir dentro de la misma iglesia; la unidad en la doctrina permite tener claro los conceptos, pero la espiritualidad del pueblo de Dios se construye con el amor.


Que no sean la doctrina, la teología y el autoritarismo los altares donde se sacrifiquen la libertad, la justicia, la fraternidad.


Me gusta lo que dice monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú: “En el evangelio hay muchos momentos en los que Jesús invita a los discípulos a ir a la otra orilla”.


Para mí, la “otra orilla” es la de la verdadera conversión; la que, como decía San Justino, compromete a vivir como una persona transformada; la otra orilla es la de los “testigos de la luz”; de los que viven el proyecto de Dios en la propia carne”.


No me gusta que se identifique la iglesia del pueblo con el Vaticano que es una organización monolítica y autoritaria con enorme concentración de poder en la figura del Papa y que en nada se parece a la tradición libertaria de las primeras comunidades cristianas. Dice Alemán Mur: “Los obispos y papas ni aisladamente ni reunidos son garantía de nada: sólo iluminan cuando reflejan el sentir de la comunidad”.



En la actualidad la iglesia, prácticamente, está en manos de un solo hombre –aunque se hable de la enorme influencia de la curia romana -el Papa es quien decide finalmente el rumbo de la misma.


Los numerosos jefes que la iglesia católica ha tenido a través de los años parecen haber olvidado el significado de la palabra “iglesia” que los griegos interpretaban como una asamblea de ciudadanos libres reunidos para consultar decisiones.

La iglesia no se constituyó solamente para rendirle culto a Dios o ir a misa los domingos ni para administrar sacramentos o defender dogmas; el sentido de la misma es, primero, anunciar y dar a conocer a Dios y luego ser colaboradora en guiar al hombre hacia la plenitud como persona racional y libre trabajando para lograrlo ahora, en este mundo y no en una vida por venir.


Reconozco que muchas veces voy a la iglesia impulsado por la necesidad de sentirme acompañado y orar con mis hermanos; otras veces por el puro cumplimiento de un mandamiento y no pocas con algo de fastidio.


En el camino hacia Dios sólo importa la ley del amor.


Uno de los pasajes que más me ha conmovido en el Nuevo Testamento es el que encontramos en Mateo 25:35: “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”.


Pienso que nada expresa de manera tan definitiva el contenido del amor cristiano.


El amor y la compasión van de la mano pero no se dan porque sí ni siquiera en el hombre creyente porque primero se necesita una disponibilidad interior de entrega verdadera.


Rabí Moshe ben Maimón o Musa ibn Maymun, médico, teólogo y rabino de la Edad Media, más conocido como Maimónides, desarrolló una “escalera” de la tzedaká según el grado de entrega y compromiso del donador al receptor de la caridad. Este sabio judío, después de muchos avatares terminó residiendo en Egipto donde vivió junto a su familia hasta el final de sus días.


Fue médico del visir Saladino I y luego de su hijo mayor, el visir al-Fadl.


En Egipto fue nombrado dirigente de la comunidad judía en 1177.


Falleció en Al-Fustat en el 1204.


Con referencia a la obra de Maimónides, claramente influenciada por Aristóteles, puedo decir que entre sus enseñanzas rabínicas escribió un comentario en árabe de la Mishná llamado El Luminar o El Libro de la elucidación (1168); y la Segunda Ley o Repetición de la Ley (1180) que representa un importante aporte y donde Maimónides estudia minuciosamente todas las leyes y normas religiosas y jurídicas del Talmud.


En 1191 escribió un tratado sobre la resurrección de los muertos pero su obra clave en cuanto a su pensamiento filosófico es, sin duda, la Guía de los Perplejos escrita en 1190 y que ejerció gran influencia en los

colectivos judíos y cristianos siendo considerada “una verdadera suma de teología escolástica judía”. (30)




La “tzedaká” es posible sólo si soy consciente del “otro”, del hermano, del extranjero, de la viuda y del huérfano y sí con ellos vivo mi hambre de solidaridad con coraje y fortaleza, centrado en el amor.


Por eso nombro al otro, lo interpelo con la mirada, lo convoco con la palabra y valoro su existencia.


La tzedaká no se refiere solamente a compartir los bienes materiales sino que tiene que ver con la responsabilidad civil ya que ayudando al prójimo contribuyo a la convivencia social, la justicia y la paz; hacer tzedaká no es simplemente un acto de bondad, es una obligación moral y su incumplimiento podría poner en peligro todo el futuro de la sociedad humana pues lo que se niega es nada menos que el amor solidario.


Dicen los sabios judíos: “Hacer tzedaká es una mitzvá a través de la cual se adquiere mérito, felicidad y paz espiritual”; sabemos que la pobreza no va a desaparecer sólo porque lo deseemos de todo corazón ni tampoco esperando una intervención milagrosa del Creador; cada uno es responsable de la suerte del pobre y necesitado que tiene cerca; la mínima ayuda que pueda prestársele cumple con la tzedaká porque salva la dignidad del hermano.


Quien se preocupa por el prójimo expone su corazón y se desnuda de toda vanagloria.


La tzedaká exige un compromiso en la medida de lo posible para cumplir con el progreso de la humanidad en todos los órdenes: religioso, científico, moral, laboral, sindical, educacional etc. ¿acaso no se ha dicho: “Los cielos son los cielos del Señor y la tierra se la dio a los hombres?” (Salmo 115 -16)


Debemos marchar por los caminos de Dios imitando sus “cualidades divinas de compasión y benevolencia”. (31)


Más que lo que el dueño hace por el pobre, hace el pobre por el dueño”.


Dice monseñor Oscar Ojea: “En el evangelio, “pobre” es el que lo da todo y no tanto el que no tiene”.


La tzedaká llena al hombre de felicidad, de la verdadera alegría que no puede ser menguada por los sucesos del mundo; vive como esclavo el que lo hace con egoísmo, dependiendo de los avatares de la fortuna y el éxito;

pero el pródigo en la caridad vive como hombre íntegro, agradecido y justo”. (32)



Corre el riesgo de morir o enloquecer quien viviera en una comunidad en la que todos hubieran decidido sistemáticamente no mirarle nunca y comportarse como si no existiera”. (33)


Nos toca a nosotros aprovechar los dones del Espíritu Santo desarrollándolos en la vida de todos los días.


Debemos aferrarnos a una disciplina buscando momentos de soledad, silencio e intimidad con Él para escuchar Su Palabra que no resuena como un huracán violento” sino que, por el contrario, la mayor parte de las veces es apenas un susurro asordinado.


Dudo, dudo, dudo. He dudado de la existencia de Dios y luego he vuelto a creer en Él; volví a dudar y nuevamente renació la fe y así durante mucho tiempo hasta que, finalmente, me fui de la iglesia por casi 30 años.


Pero Él no me abandonó nunca; me permitió sí, esas “vacaciones” hasta que madurara para el momento propicio del reencuentro que ocurrió en el 2004.


Así que la mía ha sido una “fe en camino” transitado poco a poco; con largas interrupciones, con muchas noches y pocos amaneceres; con renuncias, luchas, caídas y a veces empellones pero manteniendo siempre viva la luz de la esperanza.


Dudé también de la existencia de Jesús y por eso me aboqué a la lectura de textos que me hablasen del Jesús histórico, hurgando por todas partes y en todas las bibliotecas.


Encontré referencias, pocas, en fuentes hebreas, generalmente hostiles a la figura del Maestro, con excepción de algunos escritos que “citan con aprecio algunas de las enseñanzas de Jesús”. (34)

César Vidal, refiriéndose a las fuentes rabínicas dice que:” Los datos históricos que se desprenden acerca de Jesús, no resultan desde luego escasos”.


(Para quienes estén interesados en saber más sobre el particular, los remito a la obra de César Vidal:”Jesús y los manuscritos del Mar Muerto , capítulo II, página 38)


Respecto al Talmud las escasas informaciones referidas a Jesús están teñidas de una fuerte polémica y opiniones negativas, al punto que, al decir del profesor Joseph Klausner: “Las autoridades talmudísticas no lo consideraban meramente un “shoté” –loco- sino como un peligroso seductor que atrajo a una gran cantidad de seguidores”.(35)


Existe un tratado llamado Toldot Ieshu que narra una historia de la vida de Jesús desde una óptica en la que se mezclan leyendas y dichos pero que no aporta nada positivo para el conocimiento de su historicidad.


El Toldt Ieshu es un libro conocido hoy sólo entre especialistas pero en las primeras épocas circuló en versiones en hebreo e idish e incluso en una versión manuscrita.


Cito a Joseph Klausner que dice sobre este tratado: “La más superficial lectura de este libro basta para probar que no se trata más que de una pieza folclórica, en la que aparecen confusamente entretejidas leyendas y dichos primitivos y tardíos, talmúdicos y


midráshicos, referentes a Jesús, junto a relatos evangélicos (que el autor del Toldot pervierte detractando a Jesús) y otras leyendas populares, muchas de las cuales son mencionadas por Celso, Tertuliano y Padres de la iglesia posteriores y que Samuel Krauss rotula folkloristische motive.


Es especialmente notable la actitud adoptada en el libro con respecto a las narraciones de los evangelios. Casi no niega nada: se limita a transformar el mal en bien y el bien en mal”. (36)


Leí también a los primeros Padres de la iglesia Justino Mártir y Papías y consulté las fuentes clásicas en Josefo, Tácito, Suetonio y Plinio el joven.


Justino Mártir, llamado el filósofo, había nacido en la ciudad de Flavia Neapolis llamada Siquem en el Antiguo Testamento, en el seno de una familia pagana.

Se convirtió al cristianismo en Efeso, en tiempos de Adriano. Fue bautizado en Roma en el año 140.

Viajó mucho; en Roma fundó una escuela de filosofía llamada Didascáleo romano.


Murió mártir en época de Marco Aurelio.


Justino habla sobre las prácticas de los cristianos durante el siglo II que él tuvo oportunidad de conocer durante su viaje desde Asia Menor hasta Roma (alrededor del año 150 de la era cristiana)


Justino y sus discípulos se negaron a cumplir con la orden de hacer sacrificios a los dioses; Rústicus ordenó entonces que los apalearan y luego los decapitaran.


Justino da escasas referencias sobre Jesús, sólo dice que fue “hijo de un carpintero; hacía aguijadas y arados e incluye algunas sentencias que Justino atribuye al Maestro”. (37)


Josefo, en realidad Iósef ben Matatías ha-Cohen, historiador grecorromano, nació en Jerusalén en el año 37/38; fue autor de las “Antigüedades judías” (escritas alrededor de los años 93 -94) y de las “Guerras de los judíos” . Su testimonio es muy importante para conocer todo lo relacionado con la Palestina de ese tiempo; en las Antigüedades sólo da algunas referencias sobre Jesús con el agravante de que los eruditos serios señalan que hay añadidos intencionales de los copistas cristianos e incluso otros investigadores agregan que los pasajes donde se menciona a Jesús son directamente nacidos de autores anónimos cristianos.


En las “Antigüedades”, Josefo menciona a un tal “Jacobo, hermano de Jesús llamado el Cristo”.


Josefo llama a Jesús “un hombre sabio; “maestro de los hombres que recibían la verdad con placer”; también lo llama “hacedor de prodigios” y dice que “atrajo a muchos judíos y también a muchos griegos”.


Agrega el historiador que “quienes lo amaron al principio no dejaron de hacerlo después de que Poncio Pilato lo condenara a la crucifixión por sugerencia de nuestros principales hombres”.


Tácito, historiador romano nacido aproximadamente en el año 55/56, vivió hasta entrado el siglo II; en sus “Anales” cuando se refiere a los cristianos, nos dice que el emperador Nerón les echó la culpa de ser los autores del incendio de Roma para desviar la atención de sus conciudadanos y enardecerlos contra esta secta.


Dice Tácito en los “Anales” que Nerón comenzó “a castigar con formas refinadas de tortura a unos hombres llamados comúnmente cristianos, a los que odiaba la plebe a causa de sus excesos.


El nombre procedía de Cristo, que en el reinado de Tiberio, había sido ejecutado por Poncio Pilato, gobernador de Judea”.




César Vidal nos aclara que: “De la referencia al apelativo Cristo –la traducción latina del Jristós griego y el masiaj hebreo- se deduce que el movimiento enfatizaba especialmente el hecho de que Jesús era el mesías”. (38)


Y como un resumen final de lo expuesto en las fuentes rabínicas y latinas, el mismo historiador hace una lista de 20 conclusiones que pueden resultar interesantes a la hora de informarnos con ecuanimidad sobre datos históricos referidos a Jesucristo. ( Quienes lo deseen pueden consultar el libro, ya citado anteriormente, de C. Vidal:” Jesús y los manuscritos del Mar Muerto.” páginas 45, 46 y 47)


Gayo Suetonio Tranquilo en su “ Vida de los doce Césares” escribe que por orden del emperador Claudio fueron expulsados de Roma unos judíos que armaban revueltas y que se identificaban con un tal Chrestus pero no hace referencias a Jesús.


Algunos investigadores dieron por sentado que el nombre Chrestus equivalía a Cristo, pero esto no parece seguro.


En cuanto a Plinio el joven, gobernador romano de Betania en Asia Menor, en una epístola enviada por él al emperador Trajano describe al cristianismo como un movimiento popular.


Agrega, además, que los cristianos cantan himnos sagrados en honor del Christus.


Así, pues, es poco lo que puede saberse del Jesucristo histórico consultando las fuentes hebreas, clásicas y latinas, pero sirven para informarnos sobre las condiciones políticas, los ideales éticos y las expresiones religiosas en los tiempos en los que vivió Jesús.


Es interesante destacar que Bultman (que no era historiador) escribió en 1926 un estudio sobre Jesús en el que decía que nada podía saberse en realidad sobre Él.


Existe también un tratado conocido como “Enseñanza (o doctrina) de los


Doce Apóstoles a los gentiles”, o “Didaké”, probablemente escrito en

Siria aproximadamente entre los años 65 y 80 de la era cristiana.


El nombre “Didaké” puede entenderse como” enseñanza” y si leemos algunos de sus párrafos nos encontraremos con palabras y dichos fácilmente reconocibles en los Evangelios canónicos.


Por ejemplo, dice la Didaké:


Existen dos caminos, entre los cuales hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte.


He aquí el camino de la vida: en primer lugar, amarás a Dios que te ha creado, y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir que no harás a otro lo que no quisieras que se hiciera contigo.


He aquí la doctrina contenida en estas palabras: bendecid a los que os maldicen; rogad por vuestros enemigos; ayunad por los que os persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian y no tendréis ya enemigos.


Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra y entonces serás perfecto.


Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica.


Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos.”




Hay sin embargo unas palabras referidas a la limosna que no están en los evangelios canónicos; dice la Didaké:”Antes de dar limosna déjala sudar en las manos hasta que sepas a quien la das”.


Y en el apartado IV señala: “No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa”.


No deja de ser interesante lo que Klausner nos dice sobre Jesús al finalizar su libro sobre la vida del Maestro (citado en la bibliografía) por provenir de un investigador judío: “Pero en el código de Jesús hay una sublimidad, una claridad y una originalidad que no tienen paralelo en ningún código ético judío; tampoco hay paralelo para el arte notable de sus parábolas. La sagacidad y agudeza de sus proverbios, y sus enérgicos epigramas, sirven en grado excepcional para hacer de las ideas éticas una posesión popular.


Si llega el día en que ese código sea despojado de sus envolturas de milagros y misticismo, el Libro de la ética de Jesús será uno de los tesoros más selectos de la literatura de Israel para todos los tiempos”. (39)




En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas describe las características de las primitivas comunidades cristianas, especialmente del grupo reunido en Jerusalén bajo la autoridad de Pedro. El libro de los Hechos de los Apóstoles y el tercer evangelio (ambos obra de San Lucas) formaron originalmente un solo libro. Recién hacia el año 150 fueron separados en dos libros.


Se narra en los Hechos la acción evangelizadora y misionera de los discípulos de Jesucristo comenzada en Jerusalén. Lucas escribió apoyándose en una gran documentación pero también en las tradiciones de las iglesias de Jerusalén y Antioquía, a lo que sumó el testimonio de Pablo, y si bien puede considerarse a los Hechos como una crónica de los primeros cristianos, también nos da a conocer como el cristianismo fue penetrando en el mundo pagano apoyándose en el mandato de Jesucristo: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra”: (1-8)


En los Hechos podemos encontrar como dos partes: “de los capítulos 1 al 15, Lucas reunió lo que pudo saber de los veinte primeros años de la iglesia. En la segunda parte, capítulos 18 al 28, nos dejó principalmente el relato de lo que vio hacer a su maestro Pablo”. (40)


Sin duda lo más confiable y cercano a la figura de Nuestro Señor son las Epístolas de Pablo, el apóstol de los gentiles, quien estuvo en contacto con las comunidades cristianas y los discípulos de Jesús.


No me atrevería hacer aquí un análisis de los Evangelios apócrifos, materia densa y complicada que debe dejarse en manos de los especialistas.


Para mí esos textos han resultado ser una literatura muy estimulante, ricas en imágenes y leyendas (hablan mucho de la infancia de Jesús) pero no son útiles para conocer verdaderamente al Jesucristo histórico.


Y con respecto a los Evangelios no canónicos lo más interesante tal vez sea que incluyen muchos dichos de Jesús que no aparecen en los evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan.





En efecto, es necio el que se deja arrastrar por los deseos y no profundiza en la Torá y sus secretos, ya que entonces sólo le atraen las tonterías, las necedades y la ebriedad de este mundo en declive”.(41)





  1. Dios lo vamos buscando y encontrando cada día, en cada hora, en cada gesto de amor, en cada entrega sincera.


Como lo hizo Jesús. Me llama la atención que en el evangelio de Santo Tomás (considerado herético por la iglesia oficial), se nos inste, no tanto a creer ciegamente en determinadas verdades, sino a mirar hacia adentro y buscar allí la luz del discernimiento.


Para Tomás, Jesús es la Luz que existió antes de la creación y según este evangelio el hombre posee la capacidad de descubrir la verdad que mora en el interior de su propio ser espiritual.


Por eso puede decir Tomás: “…si no os conocéis a vosotros mismos, entonces estaréis en pobreza y vosotros sois la pobreza”.


Nadie es dueño de la Verdad, entre todos los creyentes vamos forjando el camino para llegar a ella con esfuerzo, paciencia y tolerancia.


Marchamos hacia la verdad, que es aspiración legítima del corazón, con todas las incertidumbres propias de nuestra naturaleza.


La vida es un río que discurre por la historia.


El que lo entienda que se suba al bote y reme; dijo Wolghart Paunenberg: “Toda pregunta y toda respuesta humana por la verdad acontece en la historia y no fuera de ella”.


Luis Alemán Mur agrega: “Dios se va revelando en la historia”.



En estas idas y venidas a veces somos héroes a veces estúpidos, a veces malvados; la vida es un abanico que se despliega a cada instante en un continuo cambio de paisajes haciendo que lo que hasta ayer era inconmovible verdad, sea hoy imposible de sustentar sin caer en el ridículo o lo que es peor, en el puro fanatismo.


Hablando de fanatismo, el teólogo José M. Castillo en “Cristianismo laico y plural” cita a Samuel Oz quien refiriéndose a este tema señala que : “fanatismo y fanático son términos que proceden del latín “fanum”, que en la religión romana antigua significaba el lugar sagrado.


Por eso se comprende que “pro-fano” sea lo que está fuera del “fanum,” es decir, de lo sagrado”.


Para Samuel Oz fanático es todo aquel que anda por la vida con el “deseo de obligar a los demás a cambiar”.


Dietrich Bonhoeffer, teólogo y pastor protestante, en sus “Cartas y papeles de la prisión”, habla del fanatismo diciendo: “Pero contra el fanatismo no tenemos defensa. Ni las protestas ni la fuerza le hacen mella; la razón es inútil; los hechos que contradicen los prejuicios personales simplemente pueden hacerse a un lado: más aun, el fanático puede llegar a criticar estos hechos y si no es posible negarlos, pueden tratárselos como triviales excepciones. De este modo el fanático, a diferencia del bribón, siempre está completamente satisfecho consigo mismo; de hecho, es fácil que se vuelva peligroso, pues una nada lo torna agresivo”. (42)


Lefebristas, sedevacantistas, posiciones que prefieren una iglesia inmóvil en el tiempo muerta al soplo del Espíritu, anclada en dogmas, rituales y expresiones imposibles de sustentar en nuestra época.


Sabemos que Marcel Lefebre provocó un cisma que hizo tambalear a toda la estructura de la iglesia.


Es curiosa la posición de los sedevacantistas que “designa a una corriente religiosa que sostiene que a partir de la muerte de Pío XII la iglesia católica apostólica romana se encuentra en estado de sede vacante, en virtud de que los papas elegidos posteriormente son ilegítimos por su abandono de la doctrina tradicional de la iglesia y su reemplazo por una nueva iglesia modernista”. (43)



Los sedevacantistas sostienen que los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, son ilegítimos por mantener las posturas, resoluciones y conclusiones del Vaticano II, adhiriendo a sus concepciones filosóficas y doctrinales.


No les tiembla la voz al momento de llamar a estos papas “herejes”, por lo tanto si son herejes no pueden pertenecer a la iglesia romana y menos aún ser su cabeza y pontífice.

Al declarar vacante el Trono de Pedro, consideran por consiguiente inexistente la juridicción episcopal dada a los obispos por el Pontífice Romano”. (44)


Para los sedevacantistas el tiro de gracia fue el Concilio Vaticano II y la única salida posible de la crisis en la que se encuentra sumergida sería “volver lisa y llanamente al período previo al Concilio Vaticano II cuando la iglesia mostraba un semblante más saludable y airoso que en estos tiempos borrascosos y claudicantes”. (45)


Los sedevacantistas no aceptan las reformas eclesiásticas y eclesiológicas puestas en marcha por el Concilio Vaticano II; se oponen a que se considere que la iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica Romana; insisten en negarse a darle cierta legitimidad a las iglesias cismáticas a las que consideran heréticas; no aceptan el diálogo interreligioso que consideran condenado por el Magisterio anterior al Vaticano II y por último tampoco aceptan el nuevo rito latino para la liturgia que reemplazó al codificado en el Concilio de Trento por Pío V.


La misa nueva, como se la conoce, es semejante a los ritos litúrgicos protestantes, y la concepción doctrinal con la que fue configurada por Pablo VI se aleja, según los sedevacantistas, del dogma católico”. (46)


Por supuesto, el cardenal Alfredo Ottaviani no se demoró en atacar este Novus Ordo Missae de 1969 alegando que su concepción “se aleja de manera impresionante en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento”. (47)




Dijo Amitulli Valente: “Todo lo que tiene que ver con el espíritu es una aventura”. (48)


Y el Espíritu sopla donde quiere.



¿Saben que me enseñaron cuando chico?


A temer a Dios, al Vaticano, al Papa, a determinados libros que se tenían por diabólicos; al infierno, a preguntar demasiado, a no dudar de la palabra de la Santa Madre Iglesia; a creer que María Magdalena era algo liviana y que el Señor Jesús ¡nunca reía!


Y también me enseñaron que tenía que cumplir con los mandamientos, los preceptos, las reglas, los deberes del buen cristiano y respetar dogmas y aceptar la palabra de la iglesia que era una, santa, católica, apostólica y romana.


Pero de derechos, nunca me habló nadie ni se hacía mención alguna en los catecismos.


J.M. Castillo habla de una “espiritualidad de los derechos humanos” y según este pensador: “la espiritualidad cristiana se basa en el proyecto fundamental que consiste en fomentar y exigir ante que los deberes los derechos de las personas”. (49)Y dice más adelante:


En un sistema de deberes las personas desarrollan un carácter más servil, un espíritu de sumisión, de aguante y mutismo, que es capaz de tolerar con buena conciencia, las mayores atrocidades y agresiones”.


Si me preocupo por los derechos del cristiano estoy cumpliendo con la justicia y el amor; con la caridad, el respeto, la dignidad, la libertad, la pluralidad y la tolerancia.


Algunos consideran la doctrina de la iglesia como un manual de instrucciones para salvarse o a lo sumo para cambiar algunos aspectos de su vida sin profundizar en las enseñanzas que nos dejó el Maestro; Él hablaba con palabras sencillas, sin teologías complicadas ni dogmas ridículos; por eso mencionaba a los lirios del campo, al trigo y a la cizaña; a la higuera, al vino nuevo en odres nuevos y al hijo que volvía al padre cansado de su propia estupidez.



¿Dios habla a través de un libro? ¿La Biblia es un libro sagrado? ¿Dios vive en el cielo?


¿La vida cultual es lo que me hace agradable a los ojos de Dios?


¿Dios entregó a Moisés las tablas de la ley en el Monte Sinaí?


Y si es así: ¿cómo debemos interpretar ese mensaje de Dios que sonará diferente a cada pueblo, a cada cultura y en distintas épocas?


¿Quién interpretará esos libros?


¿El Vaticano?


¿Los teólogos?


¿Los concilios?


Tengamos cuidado, no sea que en realidad nos estén dando respuestas desde lo ideológico haciéndolo pasar como palabra de Dios.


Porque toda la Biblia, y no sólo la Biblia sino toda la literatura de aquéllas culturas, no sólo la hebrea, expresaban lo que querían decir, sobre todo en asuntos en los que de alguna manera creían que intervenía la divinidad, con claves, esquemas y enfoques literarios propios de cada pueblo”. (Luis A. Mur)


Es evidente que en la lectura e interpretación de la biblia tenemos que tener en cuenta el ambiente cultural, social y político en el que fue escrita; “los distintos géneros literarios que se usaron para expresar su contenido y el lugar que la misma ocupa en la historia de la revelación”. (50)


Carlos Eduardo B. Avendaño, pastor luterano nos dice: “Creo que la Biblia es palabra de Dios. Creo también que esa palabra se revela a través de poemas, refranes, parábolas, cartas y otras, escritas por personas que además de la inspiración de Dios, reflejaron en los textos bíblicos su propia cultura, sus conocimientos y sus prejuicios”.




No hay hombres rechazados por Dios.


El hombre es el que rechaza a Dios; Él es amor, ama a su creación, ama al hombre, ama a su pueblo que es la humanidad toda.


Y porque nos ama nos dio la libertad y toda la responsabilidad inherente a ella.


Nuestra vida es una constante lucha entre la inclinación a hacer el bien o practicar el mal; en el judaísmo dirían entre el Ietzer hatov (inclinación al bien) y el Ietzer hará (inclinación al mal).


Así que ¿somos una contradicción? Debemos practicar el bien- nadie discute esto-, sin embargo muchas veces actuamos con egoísmo, con violencia, injustamente, imponiendo nuestra voluntad. Pensamos entonces que el mal es algo normal en la conducta humana pero en las almas sensibles esta contradicción entre practicar el bien o el mal provoca desilusión y nos hace ansiar una liberación.


Benedicto XVI, nos dice: “Por tanto, el hecho del poder del mal en el corazón humano y en la historia humana es innegable. La cuestión es: ¿cómo se explica este mal?”.


Más adelante explica que desde el punto de vista de la fe: “existen dos misterios de luz y un misterio de noche que sin embargo está rodeado por los misterios de luz.


El primer misterio de luz es este: la fe nos dice que no hay dos principios, uno bueno y uno malo sino que hay un solo principio, el Dios creador, y este principio es bueno, sólo bueno, sin sombra de mal. Por eso tampoco el ser es una mezcla de bien y de mal; el ser como tal es bueno y por eso es un bien existir, es un bien vivir. Este es el gozoso anuncio de la fe: sólo hay una fuente buena, el Creador.


Así pues, vivir es un bien: ser hombre, mujer, es algo bueno; la vida es un bien. Después sigue un misterio de oscuridad, de noche. El mal no viene de la fuente del ser mismo, no es igualmente originario. El mal viene de una libertad creada, de una libertad que abusa.


¿Cómo ha sido posible, cómo ha sucedido? Esto permanece oscuro. El mal no es lógico. Sólo Dios y el bien son lógicos, son luz. El mal permanece misterioso”… “sigue siendo un misterio de oscuridad, de noche”.


Pero se le añade inmediatamente un misterio de luz. El mal viene de una fuente subordinada. Dios con su luz es más fuerte. Por eso el mal puede ser superado. Por eso la criatura, el hombre, es curable.


Las visiones dualistas, incluido el monismo del evolucionismo, no pueden decir que el hombre es curable; pero si el mal procede sólo de una fuente subordinada, es cierto que el hombre puede curarse.


Y el libro de la sabiduría dice:”Las criaturas del mundo son saludables”. (Sb 1 ,14) (51)



Por supuesto que para el creyente el hombre ya ha sido curado, la acción del Cristo crucificado y resucitado ha hecho entrar en la historia humana “un río de luz”.



Creo en Dios Padre que es amor y en el Señor Jesús que es camino, verdad y vida.


Jesús vino a plenificar y como bien dice Hans Kung: “No fue ni sacerdote, ni revolucionario político, ni monje asceta, ni moralista piadoso; sino provocador en todos los sentidos”. (52)


Quien conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de Dios”. (53)


En una fe madura no se relega la responsabilidad sobre nadie.; ése es el riesgo de ser libre. Y el miedo.


Como dice el cardenal Jorge Bergoglio (ahora Papa Francisco): “Dios dejó en nuestras manos hasta la libertad de pecar”.


El filósofo Jean Guitton lo sintetiza así: “Dios es pero deja al hombre hacer”. (54)


El problema se presenta cuando pretenden convivir en la misma iglesia corrientes que se han anclado en una espiritualidad propia del Medioevo con otros grupos humanos que libres en el espíritu se lanzan al porvenir con la mente y el corazón abierto y amoroso, atreviéndose al riesgo y a la incertidumbre pero también a la esperanza; en la iglesia debe existir el diálogo, la confrontación respetuosa y el intercambio de ideas para evitar el anquilosamiento, la rigidez de los esquemas y la imposición de voluntades por el solo poder de la autoridad.


Así se cumplirá aquello de que: “La misión de la iglesia permanece pero su organización y sus convenciones cambian a mayor o menor ritmo según las coyonturas históricas”.(55)

El autoengaño, el vivir con las máscaras que nos imponemos, el montarnos sobre personajes que no somos, el pretender engañar a los demás, eso es una estafa al amor que nos debemos y debemos a los demás.


El Nuevo Testamento nos ayuda a conocer a Jesús, pero el sentido de lo revelado por Dios hay que descubrirlo constantemente a la luz de la historia.


Jesús no fue teólogo ni filósofo,


luchó para liberar al hombre de todo servilismo doctrinario, político y religioso para que su vida se plenificase en el amor y la solidaridad.


¿Qué es lo importante?


¿El Evangelio, los concilios, los dogmas o el derecho canónico?


La iglesia necesita a Jesús, pero Dios no necesita de ninguna religión.


Las primeras comunidades cristianas fueron levadura, savia para la vid que recién apuntaba; fue larga la lucha por hacer prevalecer una doctrina que pudiera unificar las distintas facciones en las que se había dividido el cristianismo.


Y claro, hubo ramas buenas y otras no tanto y hubo desencuentros y luchas por imponer ideologías.


Creo con honestidad que casi todos hemos idealizado los comienzos del cristianismo interpretándolo como un movimiento religioso centrado en la figura de Jesús y en las palabras de su mensaje. Suponíamos que no existían diferencias ni conflictos y mucho menos peleas, errores y enemistades entre los distintos grupos que compusieron aquella primera cristiandad.


Fue entonces cuando surgió toda una literatura de “evangelios” escritos durante esos primeros siglos que mostraban una diversidad de opiniones y puntos de vista respecto a la figura de Jesucristo, su vida, sus dichos y su misión; por ejemplo, el evangelio de Santo Tomás que nos habla de una tradición distinta a la expuesta en los evangelios canónicos. No obstante muchos de los dichos del evangelio de Tomás figuran también en San Mateo y San Lucas.

Es evidente que toda la literatura “no ortodoxa” presenta una visión distinta de Jesús y su misión; así en el Evangelio de la Verdad se nos habla de Dios como Padre-Madre y a Jesucristo como un “fruto que trasmite un conocimiento genuino (no el conocimiento intelectual, sino el conocimiento del mutuo reconocimiento (palabra relacionada con el término griego “gnosis”) a aquellos a los que Dios descubrió en sí mismo y ellos descubrieron en ellos”. (56)


Recordemos la feroz oposición de San Ireneo contra estos textos heréticos y la del patriarca de Alejandría, Atanasio, que exigió a los monjes – probablemente del monasterio de San Pacomio-, que destruyeran todos los volúmenes de la biblioteca que no estuvieran en un listado que el mismo Atanasio les enviara y en donde determinaba cuales serían los textos aceptados por la iglesia.


Se piensa que algunos monjes decidieron no hacer caso a las órdenes del obispo y sacando algunos manuscritos de la biblioteca, los ocultaron en una vasija grande y sellada que escondieron luego en las cuevas de las colinas cercanas a Nag Hammadi.


Allí, un campesino egipcio llamado Mohamed Alí la encontró por casualidad unos mil seiscientos años más tarde descubriendo los preciosos escritos que guardaba.


Hubo movimientos religiosos que se interesaron por una espiritualidad más abierta de pensamiento haciendo hincapié en la necesidad de experimentar a Dios “directamente sin la intervención de ninguna jerarquía eclesiástica”. (57)


Alejados de lo normativo e institucional los autores de los llamados “evangelios gnósticos” desarrollaron una literatura mística de rica percepción psicológica, llena de misteriosas imágenes y experiencias que hablan de la necesidad de bucear en el interior de uno mismo en busca de un camino hacia la fuente original.




En Jerusalén los judíos convertidos eran los que integraban las filas de los seguidores de Jesús.


Hubo otra comunidad surgida en Antioquía (Siria) formada por judíos que hablaban griego pero que todavía seguían muy aferrados a la Torá aunque ya abiertos al mensaje de Jesús.


Allí surgió la denominación de “cristianos”.


Y estaban los que seguían a Pablo, un grupo de paganos más “carismáticos” que los de Jerusalén y con presencia activa de las mujeres.


Y por últimos los seguidores de Juan, probablemente los más influenciados por ciertos matices del gnosticismo.


Creo que lo ocurrido entre los siglos II al IV fue decisivo para establecer el canon de los evangelios que serían luego aceptados en el Nuevo Testamento y para asestar un feroz golpe- hasta el punto de casi hacerlos desaparecer- a los escritos tachados de “herejes”.


El debate no se centró solamente en la figura de Jesús para saber quién era y en qué consistía su misión; hubo también importantes razones de orden político.


Pero, ¿quiénes dispusieron que los escritos que hablaban de una espiritualidad basada en la búsqueda del conocimiento por medio de una experiencia interior se consideraran heréticos y blasfemos?


¿Y por qué se los excluyó de la historia oficial del cristianismo?


En Judea las en otros tiempos inspiradas enseñanzas de los reyes y los profetas se habían vuelto rígidas y limitadoras; el legalismo oscurecía las nobles intenciones de los mandamientos; las minucias ocultaban el sentido de la grandeza de lo divino y las consideraciones políticas ocupaban abiertamente a los líderes religiosos”. (58)


Finalmente se aceptaron los evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan como la palabra “oficial” de la iglesia.


Rafael Aguirre explica que: “Puede decirse sin exageración que el cristianismo primitivo fue mucho más plural y conflictivo que el cristianismo de nuestro tiempo”.


Que Jesús nació sometido a un espacio y a un tiempo nadie lo niega, entonces: ¿Cómo aceptar que Jesús es Dios?


Dice Alemán Mur: “Hombre no puede ser igual a Dios, nunca, ni Dios puede ser igual a hombre, nunca. Eso sería negar a Dios o negar al hombre.”


¿Entonces cómo entendemos que Jesús es Dios?


Por obra de la unión pero no por obra de la identidad” dice el teólogo citado.


La cruz: ¿Por qué? ¿Necesaria para la salvación?


Invento del hombre, instrumento de tortura, humillación y muerte. ¿Cómo terminó Jesús en ella?


Porque no pudo o no supo cómo manejarse con los poderes gobernantes.


Porque su mensaje era peligroso, porque Él quería mostrar el camino, desnudar la verdad, revelar el Reino de Dios.


¿Supo que moriría con violencia? Supongo que sí.


Su mensaje sonaba demasiado radical y era evidente que acabaría provocando reacciones de rechazo en los sectores radicalizados del judaísmo; sus propios hermanos no creyeron en Él y temiendo las consecuencias que podrían producir sus palabras y su obrar, trataron de disuadirlo.


¿A Jesús todo le salió bien?


Según lo que cuentan y cómo lo cuentan parece lo contrario porque murió vilmente en la cruz, lo abandonaron todos, incluso sus queridos muchachos y en el último momento exclamó: “Padre: ¿por qué me has abandonado?”


No fue eximido de sufrir y encima debió soportar la mirada de los lujuriosos, de los que sólo vinieron a la crucifixión para ver el espectáculo.


¿Quién fue Jesús? ¿Quién fue este Maestro divino que en las Odas de Salomón dice de sí mismo: “Les parezco como un extraño porque soy de otra raza”. (59)


¿Habrá dicho lo que dicen que dijo? ¿Lo habrán traicionado con mala intención?


¿Quién fue Jesús, este hombre que no se casó ni tuvo descendencia contrariando toda la tradición de Israel?


Recordemos que entonces el casarse y tener hijos no era sólo un deber “social” sino que obedecía al cumplimiento de la Ley sagrada.


No había excepciones a la regla y menos entre los rabinos.


Veamos que dice el Talmud Yebamoth 62 b: “El que no se casa, vive sin gozo, sin bendición y sin bien”; y el Talmud Yoma 11 nos aclara: “La casa del hombre es su esposa”.


Y tan sagrado era el matrimonio que el divorcio sólo se concedía en extremo caso, por lo general, por infidelidad de la mujer. ¿Cuánto hay de historia en los hechos que se narran de la vida de Jesús y cuánto de teología?



Los escritos del cristianismo ofrecen a menudo una imagen deformada del judaísmo. Por eso el lector de la biblia no ve con claridad lo profundamente enraizado que Jesús estaba con el judaísmo”. (60)


Dice Stephan Hoeller: “Es muy difícil determinar cuál era el concepto de los primeros cristianos en relación con su fundador ejecutado. Lo que sí es virtualmente cierto es que sus conceptos variaron y que en las primitivas comunidades cristianas no existió una creencia uniforme sobre Jesús”. (61) ¿Cómo habrá sido el tono de su voz, su gestualidad, sus enojos, sus risas, sus comportamientos en los banquetes, en las fiestas o cuando caminaba junto a los discípulos bajo el sol ardiente de la tarde o simplemente contemplando las estrellas que brillaban en la noche?


Pienso que a Jesús se le cansarían los pies, que sudaría por el calor y que echaría olor; que sentiría hambre y sed y que a veces tendría antojo de comer pescado o beber una copa de vino con sus amigos y que se sentiría frustrado y harto de todo y de todos.


No creo que haya sido un rabí sabelotodo que tuviera siempre la respuesta adecuada para cada asunto, pero con tanta mezcla entre ideología, teología e historia el panorama se presenta bastante complicado. Aunque sea someramente, no puedo dejar de mencionar algunos aspectos de la realidad social en la que le tocó actuar al Maestro.


El panorama era el siguiente: en la cúspide de la estructura social se encontraba Herodes y sus cortesanos, personajes licenciosos, corruptos, abusadores; inmediatamente por debajo de este estamento se hallaban los ricos mercaderes, los hombres influyentes de negocios, los dueños de las tierras y los recaudadores de impuestos, también ellos amigos de diversiones, fiestas y gastos suntuarios.


Pero la conducta más censurable se daba en la nobleza sacerdotal algunos de cuyos miembros estaban vinculados a grandes fortunas personales.


No era raro que el cargo de sumo sacerdote fuera a parar a manos del mejor postor.


Y por si esto fuera poco, el mismo Templo albergaba la corrupción a través de su sistema sacrificial pues sabido es que los sacerdotes, en la mayoría de los casos, rechazaban las palomas y el ganado llevados por el pueblo como ofrenda, alegando defectos físicos.


Así, obligaban al pobre judío de a pie a adquirir los animales en el Templo a un precio superior por supuesto, beneficiándose la casta sacerdotal con una parte de esta estafa.


¡Cómo no iba a enfurecerse el Señor contra estos negocios viles que violentaban la sacralidad del Templo que debía ser, en palabras de Isaías “ casa de oración”( 56, 7 )


y se había convertido en “cueva de ladrones” según lo había anunciado Jeremías (7, 11)


En cuanto a lo que hoy podríamos llamar “clase media”, (aunque, por supuesto, no pueden compararse) estaba formada principalmente por los propietarios de puestos en los mercados, los artesanos, los dueños de talleres y lugares de hospedaje, los servidores del Templo y los sacerdotes no relacionados con las grandes familias.


Sabemos que Pedro explotaba un pequeño negocio familiar dedicado a la pesca.


Y finalmente estaba la clase social de los más pobres (la más numerosa como ha sido en todos los tiempos y lugares) formada por los sin trabajo que se reunían en las plazas de los pueblos a la espera de ser contratados por la jornada de un día; los mendigos e impedidos, los que dependían de la ayuda ajena y curiosamente hasta rabinos y escribas.


La propia familia de Jesús pertenecía a este estamento.


Un momento de reflexión.


¡Ah!...si esta cabeza me diera un poco de descanso, unos instantes de paz para entrar en el silencio de la contemplación meditativa.


¡Cómo me cuesta el desapego de las cosas y de los acosos; abandonar por un momento el torbellino de la vida diaria y sus preocupaciones!


El Cardenal Carlos María Martini habla de “un tiempo del espíritu”


  1. donde podemos ingresar a una paz espiritual y a una experiencia activa en la degustación del silencio y la contemplación.


Siempre me pregunté qué hacía Dios antes de decidir obrar en la Creación; entonces escribí en un librito mío: “ Fue en el Silencio más profundo cuando se dio el Principio y fue desde el Principio que se dio la plenitud y Dios estaba en el Silencio y el Silencio era Dios ( aún no había sido dada la Palabra), y Dios estaba en Su Santidad y en su propia Casa y el Espíritu moraba en una sola dimensión de eternidad y Dios era idéntico a sí mismo y estaba en su Gloria y en su Esplendor estaba”. (63)


Nowuen dice: “La Palabra de Dios nace del silencio eterno de Dios”. (64)



Es cierto que mi cabeza es un bochinche, lo fue siempre y siempre lo será, ¿fatalismo de mi parte?


No lo sé…pero lo bueno es que me las ingenié para poner en vía de navegación esta barcaza ahora vieja pero un poco menos zarandeada por los acontecimientos de la vida.


Y esto lo conseguí porque dejé de resistir tanto a lo que se oponía a mi voluntad, a mis deseos, mis planes y expectativas y busqué formas más amables y libres para llevar a cabo mis propósitos.


Lo que ocurre es que a través del tiempo las defensas que había construido para afianzar mi personalidad fueron cayendo una a una estrepitosamente.


Me inventé una disciplina espiritual no muy ortodoxa pero que me fue útil al momento de generar encuentros con Dios.


Desde mucho tiempo atrás he sido practicante de la “Oración de Jesús” que encuentro breve y consoladora.


En 1978 compré un librito cuyo título es “Oración en el desierto” del p. Jerónimo Finckler, M.S.F. y equipo, que trata sobre esta antigua práctica de la oración.


Dice Frei Ignacio Larrañaga en la Introducción al mencionado libro que “con la Oración de Jesús el alma queda como de rodillas en una actitud receptiva, acogedora del misterio de Dios. También en una actitud de abandono. El alma se siente perdonada, liberada y amada por Jesús”.


Si bien el libro hace una constante mención a la práctica de la Oración de Jesús, en realidad trata de un peregrino ruso, hombre joven, que busca un método, una disciplina que le permita orar sin cesar según está dicho en Tes.5-17; en Lc 18-1, en Tim 2-8 y n Ef 6-18.


Este “vagabundo del corazón” encuentra por fin, el monje que le descubre y enseña la práctica de la Oración de Jesús, ( en el libro hay una nota a pie de página donde se aclara que el término” Oración de Jesús” no es correcto pero es el adoptado por la literatura patrística).


No se trata de una oración que haya hecho Jesús. El término correcto sería “Oración a Jesús”. Pero debido a la consagración de la fórmula Oración de Jesús, seguiremos usándolo”. (65)


Bien, decía que el joven peregrino encuentra por fin al maestro, propiamente llamado “el Staret”, un hombre sabio en las Escrituras pero que enseña sobre todo con el testimonio de su propia vida en santidad, quien lo guía, aconseja y orienta en la mencionada práctica piadosa.


Cuando comencé con la Oración de Jesús lo hice sin mucho entusiasmo pero como era tan breve y fácil perseveré por algún tiempo, luego la abandoné, la retomé nuevamente y allí experimenté en carne propia los gozos del alma enamorada verdaderamente de la oración.


Años después, para ser exacto, en el 2005, me puse en contacto con otro libro que lleva por título: “La Filocalia”, donde pude profundizar en esta devoción. En este texto se menciona que la Oración de Jesús fue introducida en Rusia hacia mediados del siglo XIV y popularizada después por el monje Paisij Velitchkovsky en el siglo XVIII.


Se cree que esta forma de oración se remontaría a la tradición de los Padres griegos de la Edad Media bizantina.


Fue practicada en “los monasterios del Sinaí a partir del siglo XV y en el Monte Athos especialmente en el siglo XIV.


Esta oración consiste en una invocación incesante del Nombre de Jesús, de allí su nombre: Oración de Jesús. Ella encuentra su fuerza en la virtud del nombre divino, el nombre de Yahveh en el Antiguo Testamento, el nombre de Jesús en el Nuevo Testamento, particularmente en el libro de

los Hechos de los apóstoles:” “Aquél que invoque el nombre del Señor, será salvado”. (Hechos, 2, 21) (66)


La repetición continua de esta breve jaculatoria: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí”, infunde en el corazón una gran paz y confianza; se inflama la devoción y permite velar y orar en todo tiempo según está dicho en Lucas 21 ,36.


Juan Clímaco en “La Santa Escala” nos dice que: “vuestra oración ignore toda multiplicidad, una sola palabra bastó al publicano y al Hijo Pródigo para obtener el perdón de Dios.


Que no exista afectación en las palabras de vuestra oración”.


Luego agrega: “La prolijidad en la oración a menudo llena al espíritu de imágenes y lo disipa, mientras que a menudo una sola palabra (monología) tiene por objeto recogerlo”.


Así pues, la repetición continua del Nombre de Jesús, como ya dije antes, inflama el alma de devoción; nos hace sentir humildes en el espíritu y dispuestos para el servicio de la misericordia y la caridad.


Y por qué no, preparados para, finalmente, lograr la “iluminación sobrenatural de Dios”.




El Nuevo Testamento, el testamento eterno, es amar al hombre para estar seguro de no carecer de Dios”. (Maurice Zundel)


Me queda claro que la última parte del camino la voy a hacer apoyado sólo en la fe; no servirán ni la ciencia, ni los tratados ni los catecismos.


Voy hacia la ruta final con fe, pero así y todo la fe no me mostrará el mapa del último trecho ni lo que me espera.


El túnel y la luz brillante… y sí, puede ser, ¿pero después de la luz…qué?


Sin embargo alguien me dijo una vez: “No lo olvides: la muerte es hermosa, pacífica y luminosa”.


Esto me recuerda el bello haiku de Basho:


A mi parecer


La región de la Muerte es parecida


A un atardecer otoñal”.




Repito: llevo mi fe y lo que Pandora atrapó en el último momento en su famosa caja: la esperanza.


Dice el cardenal Carlos María Martini: “Ni hay ni habrá potencia humana o satánica que pueda oponerse a la esperanza del creyente”. (67)


  1. me llevaré también las consoladoras palabras del Salmo16: “Por tanto se alegra mi corazón y se regocija mi alma, mi carne también descansa en paz; porque no dejarás mi alma en el abismo ni permitirás que tu piadoso vea el purgatorio.


Me harás conocer el sendero de la vida, la abundancia de alegrías en tu presencia, las delicias que eternamente se hallan a tu diestra”.


Y me anima la esperanza de que no voy a ser juzgado por ningún tribunal de teólogos ni maestros de la ley; cada día trae un nuevo amanecer y con él, renovadas luces de fe y de esperanza.


Y eso, para mí y a esta edad, sigue siendo lo más importante.




No dirijas mi pie hacia el poder del pecado y no me dejes a merced de la culpa,

 ni a merced de la tentación ni a merced de la finitud”.



(Oración judía de la tarde)


El alma de una Era es inalterable. Lo que llamamos “Espíritu de la época” es algo a lo que no se puede volver.


El hecho de que este espíritu se disuelva gradualmente prueba que hemos entrado en el último estadio de la ley”.


De todas maneras no podemos estar siempre en primavera o verano ni vivir bajo la luz del día eternamente”. (68)



BIBLIOGRAFÍA




1- Henry J. Nouwen: “El camino del corazón” –página 26 – Editorial Guadalupe -1984 Buenos Aires – Argentina.


2- A.M.de A.: “Norma del católico en la sociedad actual” -Diálogos catequísticos -página 89- Imprenta del Centro católico – Lain –Calvo 16 - 1885- Burgos –España.


3- San Luis María Grignion de Montfort: “Carta a los amigos de la Cruz” –Fundación Gratis Date –Cuadernos A5 – Villatuerta –Navarra- Segunda edición – 2002


4- Revista: “Vida nueva” – número 5 –pág.24 –Edita: PPC- Argentina-S.A. -2013


5- J.Ratzinger: “Introducción al cristianismo”.


6- Stephan A. Hoeller: “Jung y los evangelios perdidos” – pág.28 – Ediciones Obelisco-2005 –Barcelona –España.


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8- Elaine Pagels: “Más allá de la fe” – página 18- editorial Ares y Mares -


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9- Obra citada: pág. 195.


10 – Obra citada: pág. 205.


11 – Obra citada: pág. 18.


12- Revista: “Vida nueva” - número 5- pág.29.


13- ” - número 5 - pág.27.


14- Revista “Esencia” – La revista de Jabad – Volúmen 3 – Publicada por Jabad Lubavitch – Argentina -2013.


15-“Yo Creo” – Pequeño catecismo Católico – pág. 10 – Editorial Verbo Divino – Navarra – España.


16- Revista “Vida nueva” – número 5 – pág. 26.


17- Revista “Vida Nueva”- Número 11 –pág.26 - 2013


18- Baal Shem Tov y otros: “Los mejores cuentos jasídicos”-pág.21 – Longseller – Buenos Aires – 2004.


19- Revista “Vida Nueva” –número 11 – pág.28 - 2013


20- Revista “Vida nueva” – número 5 – pág. 13.


21- - número 1 –pág. 13.


22- Enrique Maza: “La libertad de expresión en la iglesia” –pág.21 – Editorial Océano de México – 2006. México.


23- Misma obra: pág. 96.


24- Rafael Aguirre: “Haría falta una jerarquía en línea con el Concilio vaticano II”- www.periodistadigital.com -27/08/2012 - 10:06 a.m.


25- Enrique Maza: “La libertad de expresión en la iglesia” – págs. 29 -30 -31.


26- -Pág.11


27- Lola Arrieta: “El poder en la iglesia”.


www.mercaba.org/Fichas/Iglesia/poder -29/04/2013 - 06:36 p.m.


28- Ídem 27. .


29- Enrique Maza: “La libertad de expresión en la iglesia” –pág.75.


30- Gilson (citado en “Maimónides”): www.luventicus.org -03/05/ 2013 -


05:15 p.m.


31- Eduardo Calabrese: “Las Lamentaciones de Judas” – pág. 23 – www.lulu.com 2011 –ID 11106166.


32- misma obra: pág.23.


33- Umberto Ecco –Carlo María Martini: “¿En qué creen los que no creen?- pág.97 –Booket – Buenos Aires – 2004.


34- César Vidal: “Jesús y los Manuscritos del Mar Muerto” –pág.39 – Editorial Planeta – 2006 – Barcelona –España.


35- Joseph Klausner: “Jesús de Nazaret” –pág.27 –Editorial Paidós Ibérica S.A.-Barcelona- España-2006.


36- misma obra: pág.63.


37- misma obra: pág.80.


38- César Vidal: “Jesús y los Manuscritos del Mar Muerto”- pág. 37.


39- Joseph Klausner: “Jesús de Nazaret” – págs. 526 y 527.


40- Biblia Latinoamericana- Ediciones Paulinas – 3ª edición –pág. 1235.Barcelona – España.


41- Moisés Cordovero: “La Luz apacible”- (citado en el Sefer Yetsirá : Breve introducción a la Cábala hebraica – Ediciones Obelisco -2008-Barcelona- España.


42- Sheldon Koop: “El Colgado” –pág.183- Capítulo VIII – Editorial Alfa Argentina- 1976 –República Argentina.


43- Artículo: “La renuncia del Papa, un caballo de Troya en la ciudad de


Dios”: http// confraternidadjc.blogspot.com.ar -07/03/2013 -10:20 a.m.


44- mismo artículo.


45- mismo artículo.


46- Wikipedia: “Sedevacantismo” – 13/04/2013 -07:44 p.m.


47- mismo artículo.


48- Flaviano Amatulli Valente: “Sueños locos” – http//fraynelson/com/biblioteca/teología/un_sueño_deflaviano_amatull i_htm -22/05/2012 - 02:28 p.m.


49- J.M.Castillo: “Cristianismo laico y plural”.


50- Félix Eduardo Cisterna: “¿Dios castiga?” –pág.6 –Editorial Claretiana - 2002 –Buenos Aires- Argentina.


51- Catequesis del Papa Benedicto XVI – Audiencia general del 3 de diciembre de 2008.


52- Hans Küng: “Ser cristianos” –www.amazon.com-cristiano-spanish-Edition-Hans-Küng -21/05/2012 -10:44 a.m.


53- Revista: “Vida nueva” –número 5 –pág.25.


54- Jean Guitton: “Cosas del cielo y de la tierra”-pág. 19 –Editorial Sudamericana – Buenos Aires – Argentina.


55Revista: “Vida nueva” – número 3 – pág.27 -2012.


56- Elaine Pagels: “Más allá de la fe”-pág. 142.


57- Stephan A. Hoeller: “Jung y los evangelios perdidos”-pág. 8.


58- idem -pág 12.


59- Oda a Salomón 41 – www.geocities.com


60- Gerd Theissen: “La sombra del galileo”-pág.20 –Ediciones Sígueme –


1997-Salamanca –España.


61- Stephan Hoeller: “Jung y los evangelios perdidos” –pág. 64.


62- Carlos María Martini: “La dimensión contemplativa de la vida” –pág.6 –Editorial San Pablo –Cuarta edición-1997 –Impreso en Colombia.


63- Eduardo Calabrese: “Reflexiones sobre lo inefable” -2006 –ID 568948 –www.lulu.com


64- Henry J. M. Nouwen: “El camino del corazón”- pág. 39 –


65- p. Jerónimo Finckler: “Oración en el desierto” –pág.15 –Ediciones Paulinas – 1980 – Chile.


66- “La Filocalia de la oración de Jesús” –pág´10 –Ediciones Lumen – Buenos Aires – Argentina.


67- Umberto Ecco –Carlo María Martini: “¿En qué creen los que no creen?” pág.26.


68- Yamamoto Tsunetomo: “Hagakure”: El Libro de los samuráis –pág.9 – Editorial Dédalo -1991- República Argentina


(Todas las citas del teólogo Luis Alemán Mur fueron extraídas de “Cien curvas teológicas” – www.luisaleman.es .28/05/2013 - 12:10 a.m.)


Caminando mi fe publicado en LULU.COM

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